
En el siglo pasado hubo un médico, poeta y erudito llamado Celestino Vega Mateos (1901-1970) que fue un apasionado y conocedor de la figura de Hernán Cortés. Era natural de Serradilla, en Cáceres pero, tras estudiar la carrera de medicina, se afincó de manera definitiva en la ciudad badajocense de Don Benito. Durante toda su vida fue un amante de las humanidades, escribiendo obras de teatro y poesía, así como algunos ensayos históricos. Sin duda, Celestino Vega forma parte de esa gran tradición de médicos humanistas, que han destacado en las letras y en las artes desde la antigüedad a nuestros días.

La figura del conquistador metellinense Hernán Cortés fue una de sus grandes pasiones, que lo llevó a indagar en biografías, colecciones documentales y archivos de toda España. Era bien sabido, que poseía una buena colección de biografías del personaje y que además había recopilado datos por aquí y por allá. Sin embargo, su obra impresa en relación al metellinense se limitaba a un artículo, exiguo pero esclarecedor, sobre las rentas de la familia Cortés en Medellín. Pues bien, en el año 2013, su hija Elena Vega, nacida el 16 de mayo de 1931 y residente en Badajoz, realizaron una donación de un pequeño pero valioso legado a saber: un total de 356 cuartillas manuscritas con transcripciones precisas y anotadas de diversos documentos escritos por Hernán Cortés o alusivos a su persona. Este material fue redactado de puño y letra de Celestino Vega, que los recogió en algunas ocasiones del propio original y las más de las veces de colecciones documentales impresas, como la de Gayangos o la de Martín Fernández Navarrete. Dichos manuscritos fueron entregados a Tomás García Muñoz y a José María Custodio Simón quien a su vez decidieron donarlo a la Biblioteca del Centro Cultural Santa Ana de Almendralejo.
1.-EL CONJUNTO DOCUMENTAL
El material es homogéneo, las cuartillas aparecen escritas solo por el anverso y sin dejar espacios, es decir, que cuando se acaba un documento, en la misma cuartilla comienza el siguiente. Dado que fueron introducidas en 20 sobres, separándolas por documentos, en varias ocasiones, ocurre que el inicio o el final de alguno de los manuscritos se ubican en el sobre siguiente. La mayor parte de los documentos aparecen con referencia topográfica de dónde los obtuvo, pero no todos. Los documentos que él transcribió fueron los siguientes:
Cuadro I
Documentos cortesianos transcritos
en el fondo Celestino


Huelga decir que la mayor parte de los documentos han sido publicados, pero con posteridad, de forma que si Celestino Vega hubiese editado a mediados del siglo XX este corpus cortesiano, se hubiera convertido en una obra de referencia citada por los estudiosos de la temática. Se mantuvo manuscrito y, por tanto, solo sirvieron para su uso personal, siendo una de las personas que mejor conocía la figura de Hernán Cortés en la Extremadura de su tiempo.
Sin embargo, desde la perspectiva actual hay que decir que la mayor parte de los documentos son conocidos y han sido publicados y bien anotados en ediciones posteriores. Ninguno de ellos es inédito porque Celestino Vega no solía transcribir documentos directamente del original de archivo sino que los tomaba de obras dieciochescas o decimonónicas, como las de Pascual Gayangos, Martín Fernández de Navarrete o de la Colección de Documentos Inéditos, CODOIN. Por eso, el valor de su archivo manuscrito es meramente bibliófilo, no histórico, pues no aportan datos nuevos o desconocidos.

Aún así algunos de esos documentos, sin ser exactamente inéditos, no han sido manejados por los biógrafos contemporáneos, e incluso no están en los regestos documentales actuales. Reproducimos en el apéndice documental algunos de ellos, los más curiosos o representativos.
BIBLIOGRAFÍA USADA
ARTEAGA GARZA, Beatriz y Guadalupe PÉREZ SAN VICENTE (Comp.): Cedulario cortesiano. México, Editorial Jus, 1949.
CODOIN (Serie 1ª): Colección de documentos inéditos, relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en América y Oceanía. 42 vols. Madrid, 1864-1884.
CODOIN (Serie 2ª): Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar. 25 vols. Madrid, 1885-1932.
CONWAY, G. R. G.: Potrera voluntad y testamento de Hernando Cortés, Marqués del Valle. México, Editorial Pedro Robledo, 1940.
CUEVAS, Mariano S.J.: Testamento de Hernán Cortés, descubierto y anotado por el padre Mariano Cuevas. México, Imprenta del asilo Patricio Sanz, 1925.
FERNÁNDEZ DOMINGO, Jesús Ignacio: Testamento de Don Hernando Cortés, Marqués del Valle de Oaxaca. Badajoz, Diputación Provincial, 1999.
GAYANGOS, Pascual: Cartas y relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V. París, Imprenta Central de los Ferrocarriles, 1866.
HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario: Cartas y documentos. México, 1963
KONETZKE, Richard: Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica (1493-1810). Madrid, C.S.I.C., 1953.
LEÓN-PORTILLA, Miguel: Hernán Cortés y la Mar del Sur. Madrid, Ediciones de Cultura hispánica, 1985 (hay ediciones posteriores, entre ellas una en Madrid, Editorial Algaba, 2005).
MARTÍNEZ, José Luis: Documentos Cortesianos, 4 vols. México, Fondo de Cultura Económica, 1990.
NAVARRETE SALAZAR, Rafael Mª: “Celestino Vega Mateos (1901-1970), en Biografías dombenitenses (entre los siglos XIX-XX), J. A. Gutiérrez Ortiz, coord. Don Benito, Excmo. Ayuntamiento, 1999
Apéndice I
Relación de la carta que los alcaldes y regidores de la villa de la Veracruz escriben a V. M. de lo que ha pasado en su viaje y población, Veracruz, 6-VI-1519.
Dicen que ya V. A. ha sido informado por Diego Velázquez (de) las armadas que ha enviado de dos años a esta parte al descubrimiento de las islas de Yucatán y Cozumel, que las gentes que en ellas fueron intitularon así, de la cual tierra aunque han hecho relación, no la han podido hacer verdadera porque no anduvieron la tierra; y que porque la primera y la segunda vez trajeron poco oro, el dicho Diego Velázquez, con enojo que tuvo de le haber traído poco oro, so color de ir en busca de las otras armadas, procuró que los frailes jerónimos le diesen licencia para hacer otra armada de quince carabelas, de la cual envió por capitán a Hernando Cortés, vecino de la villa de Santiago de la isla Fernandina, y que el dicho Hernando Cortés, puso las dos partes del costo de ella, y que lo que el dicho Diego Velázquez puso era la más mercaderías de vinos y ropas de poco valor para vendérselo allá a ellos como lo hizo.
Partidos con la dicha armada toparon con la isla de Cozumel, llamada Santa Cruz, y se pusieron en paz con los indios, etc., dándoles de sus cosas, y allí supieron de los españoles que estaban perdidos por aquella tierra y hallaron a Jerónimo de Aguilar.
Partidos de esta isla llegaron a Yucatán, y llegaron al río de Grijalva, donde el otro capitán que Diego Velázquez había enviado, había llegado. Hallaron a los indios y hubieron guerra con ellos porque hallaron que vinieron cuarenta mil, y en fin con los de caballo los hicieron huir y fueron en su alcance media legua, y fueron heridos veinte españoles; no murió ninguno.
Después vinieron en paz, e hizo el cacique cierto presente y servicio que declara.
Toda esta gente que fue con este capitán dicen que le hicieron requerimiento para que cesasen de hacerse rescates, sino que se hiciese una villa e hiciesen alcaldes y regidores de ella, etc., y que él lo hizo.
Los cuales le requerían, estando juntos en cabildo, que les mostrase los poderes que traía de Diego Velázquez, y vistos que hallaron que había expirado, y así le nombraron a él por capitán y justicia y le tendrán hasta que V. A. mande otra cosa.
Después, estando juntos, acordaron de enviar a V. A. todo el oro, plata y joyas que había habido con sus procuradores, con los cuales suplican se provea lo que piden para el bien de aquella tierra, conforme a sus memoriales.
Dice en otro capítulo la manera de la tierra y naturaleza de ella.
Dicen que con los procuradores escriben que en ninguna manera V. M. conceda ni haga merced a Diego Velázquez de adelantamiento y gobernación perpetua ni otro cargo de justicia alguno; y si le tiene hecho lo mande revocar porque no conviene, sino fuere por voluntad de V. A., porque sería muy gran inconveniente y no conviene a su servicio, y piden que se lee tome residencia, y que les envíen a ellos pesquisidor sobre ello. Este capítulo se ha de ver originalmente.
Suplican mande dar provisión para que el dicho Hernando Cortés sea capitán y justicia mayor de aquella tierra y los tenga en justicia.
El memorial de las cosas que envían a V. M.
Por otra carta que escriben a los oficiales de Sevilla, dicen que tienen por cierto que está muy cerca el estrecho, porque el agua corre tanto como si fuera por un río, y que sería bien que de acá se les enviasen dos carabelas bien proveídas para irle a buscar.
Piden que envíen cuño y marco real, y puntas y toque.
Que se les envíe a mandar y que tanto oro enviarán en cada carabela.
Que se les envíen bastimentos y que sería bien que fuesen dos carabelas o tres de V. A. cargadas de ello.
Por otra carta que el dicho Hernando Cortés escribe a los dichos oficiales de Sevilla, suplica que en una nao que envía con esta gente, provean de pólvora y plomo para los tiros que él allá tiene, y de almacén para las ballestas que es bien según la multitud de los indios que hay por ser Tierra Firme y que en la dicha nao se le envíen bastimentos con toda brevedad.
(C.C.S.A., transcripción de Celestino Vega)
Apéndice II
Carta de Hernán Cortés al Emperador, Madrid, 15-VII-1528.
Sacra, católica, cesárea Majestad: Yo vine aquí a Madrid por besar las manos a la emperatriz mi señora, y queriéndome pasar adelante a besar las de V. M. de que tengo tanto deseo, me dijeron que la venida de V. M. a esta villa sería muy breve; y por esto y por no dar pesadumbre a V. M. en el camino, me he detenido aquí quince días ha. Suplico a V. M. mee envíe a mandar si es servido que vaya o espere aquí la venida de su real persona porque hasta tanto que V. M. me envíe a mandar lo que es servido que haga, ninguna mudanza haré.
Los del Consejo de las Indias y fiscal de V. M. han intentado aquí de demandar a algunas personas de las que conmigo vinieron ciertas penas, sobre decir que algunos de ellos no se registraron en Sevilla el oro que trajeron de la Nueva España; y sabrá V. M. que en esto no intervino fraude ni interés alguno del patrimonio real de V. M. de tercera persona, salvo algún descuido e inadvertencia, como V. M. podrá ser informado por su confesor y del secretario Cobos, a quien yo escribo para que informen a V. M. Suplico a V. M. me haga merced en mandar proveer como sobre esto no sean demandados, ni molestados; que por ser estas personas que tanto han servido en la conquista y pacificación de aquellas partes V. M. en mandarlo así proveer me hará señalada merced y por ello beso sus reales manos. Invictísimo Cesar: Dios nuestro Señor la imperial persona de V. M. guarde con acrecentamiento de muy mayores reinos y señoríos por muy largos tiempos en su santo servicio, prospere y conserve, con todo lo demás que por V. M. se desea. De Madrid, 15 de julio de 1528.
De V. M. muy humilde siervo y vasallos que los muy reales pies y manos de V. M. besa. Hernando Cortés (Firma Autógrafa).
(C.C. S. A, Transcripción de Celestino Vega)
Apéndice III
Capítulo de una carta de Hernán Cortés dirigida al Emperador, México, 20 de abril de 1532.
También fue V. M. servido que yo entendiese en el descubrimiento de esta Mar del Sur, y así por la voluntad que yo de V. M. conocí de saber los secretos de ella y por ejecutar la que yo siempre he tenido de servir, como por socorrer a las gentes que V. M. me mandó enviar a las islas de Maluco, que soy informado que llegaron e hicieron muy cumplidamente lo que por V. M. y por mí en su real nombre les fue mandado y pareciéndome inhumanidad no socorrerlos, habiendo también servido y estando como están en tanto peligro, así de los naturales como de las armadas del rey de Portugal, a quien según se dice ha ofendido, que no dejará de tomar la enmienda como ha hecho de otros que V. M. ha enviado a aquellas partes; aunque hallé cinco navíos que habían dejado en la Mar del Sur para este fin, todos podridos y destruidos, y todos los aparejos de ellos y muchas armas y artillería que lo destruyeron los oidores pasados, como todas las otras cosas de mi hacienda; viendo cuanto esto importaba al servicio de V. M. y aun al acrecentamiento de su real patrimonio, yo puse luego en obra de hacer otros cuatro navíos, los dos en el puerto de Tehuantepec donde dejé los primeros, y los otros dos en otro puerto que se llama Acapulco, y les di tanta prisa que los puse a punto de navegar; y porque un puerto que es el de Acapulco, no se podían proveer las cosas necesarias con carretas ni bestias, yo cargué algunos indios de mis vasallos de que V. M. me hizo merced para llevar algunas cosas que faltaban que era imposible proveerse de otra manera, pagándoles como les pagué su trabajo muy a su voluntad; y llevándolas me fueron tomadas por ciertos alguaciles, y me fue mandado que no lo proveyese; y aunque yo he oído una provisión en que se manda al presidente y oidores que no se entrometan en cosa de este descubrimiento, sino que libremente me dejen hacer y obedecer su mandado, y cesó la obra, por manera que ni por la mar ni por la tierra yo puedo hacer ningún servicio y si me lo dijesen antes que tuviesen gastada mi hacienda no sería tanto daño; mas después de gastado ponerme impedimentos, no yo, más aún V. M. sería dificultoso salir con ninguno. A V. M. suplico lo mande remediar como sea servido y como yo quede libre de la obligación que tengo, porque no se me cargue culpa de (o)misión. Y pues en aquello de que V. M. más se sirva recibo yo mayor merced, conocer yo tanta voluntad en V. M. de saber los secretos de esta Mar del Sur, y aun tener yo por cierto cuanto de ello se podría servir, me ha hecho sacar fuerzas y empeñarme para dar prisa en esta armada y ver los impedimentos y estorbos que en todo se me pone, me hizo atibiar (sic) y creer que yo me engañé y que V. M. no ha tenido tanta voluntad de esto cuanto yo pensé. Suplico a V. M. me envíe a mandar aquello de que más sea servido, porque no yerre contra su servicio, pues nunca fue ni es ésta mi voluntad.
Nuestro Señor la Sacra, Católica, Cesárea Majestad de vuestra Real persona guarde y su muy esclarecido estado prospere por muy largos tiempos. De esta gran ciudad de México, 20 de abril de 1532 años, de nuestra Sacra, Católica, Cesárea Majestad muy humilde siervo y vasallo, que sus muy reales pies y manos besa. El marqués del Valle.
(C.C.S.A., Transcripción de Celestino Vega, sobre 14).
Apéndice IV
Carta de Hernán Cortés al Emperador, Madrid, 26 de junio de 1540(1).
Sacra C.C. Mg.: yo llegué a estos reinos en el mes de abril pasado, y mi venida principalmente fue a besar las manos de V. M. porque lo deseaba mucho y por relación que tuve que V. M. estaría de asiento por algún tiempo en ellos; y Dios sabe lo que yo sentí en hallar que V. M. estaba ausente de ellas; porque con mi edad y con los continuos trabajos que después que besé las manos a V. M. en Barcelona he tenido, halléme algo cansado para pasar adelante, y quisiera como la salvación dar muy particular cuenta a V. M. de aquellas partes, así de las de Nueva España como de lo que yo he hecho en prosecución del descubrimiento que V. M. me mandó hacer por la Mar del Sur; porque además de lo que a mí me toca, importa mucho al servicio de V. M. que lo sepa. Fue también alguna parte para mi venida pedir justicia de muy notorios agravios y fuerzas que he recibido de don Antonio de Mendoza, visorrey de la Nueva España, no dignos de mis servicios, prohibiéndome como me prohibió, que no prosiguiese en mi descubrimiento y entremetiéndose él, como se ha entretenido en ello, sin anterioridad a V. M., debajo de una no muy buena color, que fue decir que un fraile que el envió había descubierto cierta tierra en los límites de mi capitulación; y pensando, como tengo por muy cierto, que ocurriendo a V. M., no solo no permitiría que se me hiciesen los dichos agravios y fuerzas, más mandara que de nuevo se me haga toda merced y favor; y en lugar de esto, hallé habérseme hecho acá otro muy mayor agravio porque según me han dicho han proveído en cierta forma que el visorrey prosiga la demanda entre tanto que se ve la justicia, queriéndome hacer pleito ordinario la cosa más notoria del mundo, y que en una hora se podía determinar, y estando yo ya en estos reinos sin oírme ni informarse de mí, aunque mi relación fue la primera. Bien creo que si la miraran bien, se proveyera de otra manera porque todo mi derecho es haberme desposeído por fuerza y deber yo ser restituido por justicia. Héselo pedido en este Real Consejo de Indias y mostrándolo todo por escrituras y probanzas auténticas y muy bastantes. No sé lo que se proveerá. Suplico a V. M. mande no se haga conmigo más que con una viuda o un huérfano; y pues en esto no pido sino justicia, se me guarde; que en lo demás que hubiere de pedir merced yo soy cierto que mal quedaré quejado, según lo que siempre de la real voluntad de V. M. he conocido y los principios de la obra me han dado a entender, que los medios y fines corresponderán a ellos; pues los servicios que yo después acá a V. M. he hecho, no lo han desmerecido; y Dios sabe los que más V. M. hubiera recibido si no hubiera tenido estorbos. Y por no dar a V. M. importunidad con larga escritura hago relación a Luis de Ávila de algunas cosas para que él las refiera a V. M., a la cual suplico le oiga y dé crédito, y si fuese servido que yo vaya a hacerlo, V. M. me lo mande, porque ningún trabajo tendré por tanto que no tenga por mayor merced conseguir el fin a que vine y tanto he deseado, que es besar las manos a V. M. cuya muy real persona, nuestro Señor guarde y estados acreciente por muy largos tiempos. De Madrid, a XXVI de junio de 1540.
De V.S.M. muy humilde siervo y vasallo que sus muy reales pies y manos besa. El marqués del Valle. (Cortesía y firma autógrafas).
(C.C.S.A., Transcripción de Celestino Vega).
Apéndice V
Testimonio sobre la hidalguía de Hernán Cortés.
Don Gregorio del Valle Clavijo, caballero del orden de Santiago del Consejo de Su Majestad en el Real de las Órdenes y archivero general de ellas, certifico que a pedimento de don Miguel de Larrea y Vitorica, como apoderado del duque de Terranova y Monteleón, y en virtud de auto proveído por los señores del mismo Consejo, se han traído del archivo general de pruebas que la referida orden de Santiago tiene en su real convento de Vélez, las que se hicieron el año pasado de mil quinientos y veinte y cinco a don Hernando Cortés, capitán general de Nueva España, para caballero de la expresada orden, las cuales abiertas y legitimadas por mí se halla ser una información de la naturaleza, legitimidad y nobleza del dicho don Hernando Cortés, por la que consta que fue natural de la villa de Medellín, e hijo de Martín Cortés y de Catalina Pizarro, vecinos de la dicha villa, y que los padres de la dicha Catalina Pizarro, abuelos maternos del dictado don Hernando Cortés, fueron Diego Altamirano y Leonor Sánchez Pizarro, vecinos de la misma villa, y que todos los referidos eran hidalgos al modo y fuero de España. Y en tal posesión habían estado gozando de los oficios que gozan los hidalgos en la dicha villa de Medellín, sin cosa en contrario, que es todo lo que resulta de la citada información que por ahora queda en este archivo secreto del Consejo para restituirla al general de la orden.
Y para que de ello conste, a súplica del enunciado don Miguel de Larrea y Vitorica, como tal apoderado del expresado duque de Terranova y Monteleón, y en virtud de lo mandado por el Consejo en decreto de veinte y siete del corriente, doy la presente sellada con el sello real del Consejo y firmada de mi mano en Madrid a treinta de julio de mil setecientos sesenta y siete. Don Gregorio del Valle Clavijo.
(C.C.S.A., Manuscritos de Celestino Vega, sobre 18, cuartillas 304-305)
[1] Celestino Vega incluye una nota que debe ser de Martín Fernández de Navarrete de quien copió el documento. Dice así: Copio del original que existe en el Archivo de Indias de Sevilla, legajo 2º de Cartas de las Indias, por el Martín Fernández Navarrete.
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