Pedro de Valdivia nació en 1497, aunque no está totalmente claro si lo hizo en Castuera o en Villanueva de la Serena. Desde muy joven combatió en las guerras de Italia, participando en la célebre batalla de Pavía (1525) en la que los españoles derrotaron a los franceses, capturando al propio rey Francisco I. Regresó a España, desposándose con Marina Ortiz de Gaete, embarcándose en 1534 hacia la región de Paria, en la actual Venezuela. Dos años después llegó a Perú en la expedición enviada por el presidente de la audiencia de Santo Domingo para ayudar a sofocar la rebelión de Manco Cápac. Desde 1540 se adentró en Chile con la intención de continuar su conquista, tras el intento del malogrado Diego de Almagro.
A Pedro de Valdivia y a su amante Inés Suárez se les debe la conquista y poblamiento del reino de Chile, en el que fundaron numerosas ciudades. Entre ellas la de Santiago, el 12 de febrero de 1541, que se mantuvo en poder de los hispanos pese al asedio continuado de los mapuches. El cronista Alonso de Góngora Marmolejo nos dejó una minuciosa descripción del villanovense:
Hombre de buena estatura, de rostro alegre, la cabeza grande conforme al cuerpo, que se había hecho gordo, espaldudo, ancho de pecho, hombre de buen entendimiento, aunque de palabras no bien limadas, liberal, y hacía mercedes graciosamente. Después que fue señor recibía gran contento en dar lo que tenía; era generoso en todas sus cosas, amigo de andar bien vestido y lustroso, y de los hombres que lo andaban, y de comer y beber bien; afable y humano con todos; más tenía dos cosas con que oscurecía todas estas virtudes; que aborrecía a los hombres nobles, y de ordinario estaba amancebado con una mujer española, a lo cual fue dado.
Se necesitaba verdadero valor para adentrarse en la frontera chilena, donde se combinaba la dura resistencia indígena de los araucanos con una naturaleza extraordinariamente agreste, con selvas tupidas, ciénagas, montañas y humedales. El propio Valdivia se quejó de que le costaba trabajo reclutar gente porque nadie quería acompañarle a esa tierra y que más bien huían de ella como de la pestilencia. Y no le faltaba razón, pues se estima que en 1565 vivían en la gobernación de Chile poco más de 1.500 españoles. Nada tiene de extraño que solamente se enrolasen los más atrevidos y arrojados. Alonso de Góngora escribió que Pedro de Valdivia llenó Chile de casas fuertes para defenderse de los indios, tantas como los romanos en Hispania lo que llevó a llamar a su principal reino Castilla, es decir tierra de castillos.
Como en otros casos, el conquistador extremeño exhibió grandes dosis de crueldad cuando lo consideró oportuno. De hecho, en 1550, tras vencer a un grupo de araucanos, mandó cortar las manos y las narices a doscientos de ellos, con la idea de que sirviese de castigo disuasorio a los demás. Y al igual que otros adelantados y conquistadores, el extremeño perdió su vida a manos de los araucanos, tras ser capturado, torturado y mutilado por el caudillo Lautaro. El jefe araucano, nacido en 1534, se crio cerca de Pedro de Valdivia, aprendiendo de él las técnicas de combate. Escapó y lideró la resistencia indígena, venciendo a su antiguo señor en la batalla de Tucapel, en el año de 1553. Y los mapuches también sabían ser extremadamente crueles cuando se trataba de sus enemigos; Lautaro, estando todavía vivo el extremeño, mandó cortarle las carnes de los brazos, las asaron a la parrilla y se las comieron en su presencia. Después de muchos vituperios, el 25 de diciembre de 1553 lo mataron, junto a otros cautivos, pinchando sus cabezas en lanzas que exhibieron como trofeo.
Pedro de Valdivia contó en todo momento con la ayuda de su valiente amante, Inés Suárez, especialmente en la defensa de Santiago. Ambos consiguieron consolidar la conquista de Chile, fundando ciudades y fomentando la actividad agrícola y minera. Inés Suárez permaneció en Santiago, sobreviviéndole nada menos que un cuarto de siglo, pues ésta falleció en 1578, inhumándose en el convento de la Merced que ella misma había fundado años antes.
Esteban Mira Caballos
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