Esteban Mira Caballos

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CRISTÓBAL COLÓN Y LA CIENCIA NÁUTICA

17:39 por administrador1 Dejar un comentario

El aprendizaje náutico en aquellos tiempos seguía siendo eminentemente práctico, pues no existía una escuela de pilotos ni nada parecido a lo que después será la sevillana Universidad de Mareantes. Había aprendido de manera práctica a usar lo mismo el timón de codaste que la brújula —entonces llamada aguja de marear—, instrumentos esenciales para lo que ellos llamaban engolfarse, es decir, adentrarse en el océano. La brújula es uno de los grandes inventos de la Historia y ha sido fundamental para la navegación prácticamente hasta la Edad Contemporánea. Se trata de una aguja imantada, suspendida sobre un círculo graduado que señala al polo magnético, que no coincide exactamente con el norte, como pudo comprobar el propio Colón. La brújula es un invento chino introducido en el siglo xi en el Mediterráneo por los islámicos, que pasó al Atlántico tres siglos después, aunque su uso en ese tiempo fue muy limitado, entre otras cosas porque la navegación que se solía hacer era de cabotaje. Todavía a finales del siglo xvi, el padre José de Acosta se sorprendía de que un pequeño imán «mande en la mar y obligue al abismo inmenso a obedecer y estar a suorden». Pero era esencial para emprender cualquier periplo ultramarino pues, como escribió López de Gómara, sin ella «las naos se perderían en el océano». Él la usaba con una rosa de los vientos sobrepuesta en la que se indicaban treinta y dos rumbos posibles, que eran puntos cardinales intermedios, y presuponemos que también lo hacían los capitanes de laPinta y de laNiña. Además, disponía de otros instrumentos náuticos, como el compás, los mapas, la ampolleta, el cuadrante, y quizá también el astrolabio.

El astrolabio era un aparato usado por los marinos musulmanes desde el siglo viii de nuestra era, pero hasta el siglo xv no lo utilizaron los portugueses, aunque la latitud no se midió con precisión hasta bien entrada la centuria siguiente. La ampolleta o reloj de arena que se usaba en tiempos del Descubrimiento estaba compuesto de dos conos de cristal desde donde la arena caía de uno a otro, en períodos de media hora. Había que estar continuamente pendiente para girarlo cada vez que trascurrían esos treinta minutos, porque resultaba esencial para estimar la distancia recorrida. El descuido que cometían los pajes al darle la vuelta antes o después de caer la arena provocaba notables errores de cálculo. La profundidad se controlaba con una sonda, que era una simple cuerda con nudos y un pequeño lastre en la punta.

Colón cometió considerables deslices en los cálculos de la latitud pues, además de lo rudimentario del cuadrante, con el que medía la altura de la estrella polar y del Sol, el movimiento de la nao no le permitía utilizarlo adecuadamente. Se ha demostrado que la medía usando una tabla inserta en la Imago Mundi, que se conocía desde tiempos de Ptolomeo, calculando las latitudes en función de la declinación solar. Equivocó la latitud en siete de las ocho ocasiones en que la estimó, quizá por el descuido de los pajes en dar la vuelta a la ampolleta, pero sobre todo por el movimiento del barco, lo que impedía calcular exactamente la variación del ángulo solar en relación a la hora. De hecho, siempre situó el área caribeña en la misma latitud que las islas Canarias, cuando estaban bastante más al sur. Pero hay que tener en cuenta que, a finales del siglo xv, eran pocos los marinos que usaban correctamente esos instrumentos.

Por tanto, podía conocer con mucha inexactitud la latitud, usando el cuadrante o el astrolabio, y midiendo la altura de la polar, pero no tenía medios para averiguar la longitud más allá de la simple estimación, ya que aún no se usaba la corredera. De hecho, la primera vez que sabemos que se usó fue en el viaje de Magallanes-Elcano de 1519-1521, aunque la medición de la longitud no fue precisa hasta el siglo xviii Pese a todo, como escribió Antonio de Herrera, calculaba mejor que nadie las leguas recorridas y, por tanto, la longitud, siempre y cuando no se estuviese navegando a la bolina. Cuando había vientos contrarios y se navegaba a la bolina, cualquier medición longitudinal o latitudinal se complicaba y daba lugar a errores de bulto. Eso explica que, al regreso del primer viaje, al divisar unas islas, supiese que estaba ante las Azores, frente a la opinión del resto de la tripulación, que afirmaba estar ante las islas Madeiras o ante la Roca de Sintra, junto a Lisboa.

PARA SABER MÁS:

Esteban Mira Caballos: Colón, el converso que cambió el mundo. Barcelona, Editorial Crítica, 2025.

ESTEBAN MIRA CABALLOS

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