El llamado «descubrimiento de América» lleva en revisión de un tiempo a esta parte. Por un lado, encontramos la necesidad expresada por un sector muy significativo de los especialistas en el tema de abandonar definitivamente las visiones tradicionales del pasado, fundamentalmente eurocéntricas y que condicionaban el completo conocimiento de ese proceso histórico. Por otro lado, otro sector parece querer volver la vista al pasado con la intención de exaltar supuestos valores patrióticos con una intención más política que científica. Una reseña no es el lugar para desarrollar una explicación de las actuales derivas historiográficas en el campo del iberoamericanismo, pero considero importante posicionar en dicho debate a El descubrimiento de Europa, pues nos ayudará a valorar su significativo aporte justo en este momento.
Esteban Mira Caballos, al igual que el autor de esta reseña, se formó en la Universidad de Sevilla, durante años sede de un americanismo más tradicional. Sin embargo, ya durante los años 90 del siglo XX en su departamento de Historia de América se produjo una progresión, con la presencia de profesores dedicados a la historia social y económica, algo que influyó claramente a los que nos formamos entonces. El doctor Mira, sin olvidar su formación «clásica», ha mostrado siempre una sensibilidad científica que le situaba en una preocupación periférica por temas cardinales como han sido las figuras tanto de los llamados «conquistadores» como de lo «conquistados». Esteban Mira lo ha demostrado en una más que destacable carrera, con una treintena de monografías (y varios cientos de artículos científicos y divulgativos). Muchas de estas obras son análisis en profundidad sobre procesos como los que significaron el fin de los «imperios» mexica e inca y los individuos que los protagonizaron. Recomendamos al lector, revise esta producción si le interesa la obra aquí referida.
Ya en su tesis doctoral Mira trató de manera exhaustiva la situación del nativo americano en las Antillas bajo dominio hispano. Tal vez podemos considerar de algún modo este El descubrimiento de Europa como una vuelta por parte del autor a su tema de tesis, eso sí, aplicando ahora su larga experiencia investigadora, bajo un prisma mucho más amplio y, por tanto, consiguiendo un resultado mucho más trascendental y maduro, haciendo su trabajo más importante. Mira no se limita a hacer una recapitulación de viejas investigaciones, sino que ha vuelto al tema casi desde cero, aplicando en el análisis pormenorizado el sustancioso bagaje de sus últimos años de investigación, para proporcionarnos una nueva visión de un tema tan poco tratado con el de los nativos americanos que residieron en Europa.
En el libro que aquí nos ocupa su autor explora las consecuencias de la incorporación a Occidente del Nuevo Mundo después de 1492 desde la perspectiva de los sometidos, de los derrotados. Y lo hace no para resaltar la situación en que quedaron de subalternidad, de explotación, sino para entender de manera científica cómo se produjo la adaptación a la nueva realidad en la que se vieron inmersos. Porque si no hay dudas de que la vida de los habitantes del nuevo continente cambió demanera definitiva por la acción de los europeos, a estas alturas no hay menos dudas de que la vida de los europeos (la de los habitantes del mundo entero) también cambió proporcionalmente de la misma forma. Para entender de manera completa el proceso es fundamental conocer cómo se produjo la interacción desde ambas perspectivas. En El descubrimiento de Europa casi toda la atención está en la visión indígena del proceso a estudio, enfoque que ha sido siempre el menos aplicado.
Mira articula este libro en diez capítulos que desgranan los temas principales en esa interacción, sin obviar ninguno de los aspectos importantes, ni siquiera los más polémicos e incómodos. Lo hace arrancando con una de las cuestiones centrales en los debates al respecto de la conquista: la esclavitud de la población nativa americana y el posterior debate suscitado al respecto en la propia Castilla. El autor dedica los dos primeros capítulos a explicar de manera detallada todas las variaciones legales con respeto a la trata de los indios americanos y las respuestas intelectuales sobre el asunto, especialmente a través de los debates Las Casas-Sepúlveda. En ese debate Mira presenta una posición claramente lascasiana, que no parece querer disimular (no en vano ha sido la que ha defendido a lo largo de su carrera habitualmente) pero no para obviar las posturas contrarias, sino para ponerlas en lo que el autor considera su justa medida.
Este contexto permite a Esteban Mira hacer entender cómo llegaron los primeros naturales a Europa, pues bajo la condición jurídica de esclavizados sus posibilidades de interactuar en la nueva tierra estuvieron claramente limitadas. El autor es consciente de que este es uno de los temas nucleares en el estudio de la presencia de los indios en Europa, por lo que lo retoma en los capítulos cuarto y quinto, después del paréntesis que supone el capítulo tres, donde describe algunos casos de cómo se producía el viaje a través del Atlántico. Lo hace desde perspectivas cualitativas y cuantitativas, en las que presenta sin complejos las claras limitaciones metodológicas el respecto por la falta de fuentes, que, si bien le impiden ser taxativo en sus afirmaciones, sí que le permiten hacer aproximaciones que nos dan una imagen muy verosímil de la situación de los indios entonces esclavizados.
Realmente este era el punto hasta el que habitualmente habían llegado la mayor parte de los trabajos al respecto. Sin embargo, es a partir de este lugar donde el autor se adentra con una mirada muy personal por terrenos más novedosos. El estudio de los viajes más o menos voluntarios de nativos americanos a la Península, lo hace a través de una muy abundante casuística, en la que describe como en su mayor parte lo hacían con una intención de establecer una comunicación más directa con el poder Real, con la intención de conseguir prebendas, lograr reconocimientos o solicitar mercedes. Aunque Mira Caballos no olvida a los subalternos (a los que hace referencia de manera fraccionaria por todo el libro), a pesar de las limitaciones documentales habituales, el profesor se centra en explicar las interacciones entre las élites nativas y europeas, aspecto al que dedica los capítulos del sexto al noveno. En su descripción nos permite a los lectores contemplar como hubo estrategias variadas de adaptación por parte de los nativos a la nueva realidad. Muchos casos sirven para demostrar el fracaso de tales intenciones, pero también se ofrece ejemplos de otras personas que lograron lo que se proponían. Este planteamiento permite a Mira huir de los posicionamientos cada vez más maniqueos al respecto sobre la interacción entre nativos y autoridades europeas que ofrece una parte de la producción historiográfica actual. En consecuencia, nos ahorra a nosotros como lectores planteamientos «legendarios», rosas o negros, y nos permite configurar una visión propia del hecho histórico planteado.
Quizá una de las pocas cuestiones a reprochar a tan interesante obra es que, en el capítulo décimo, denominado «El legado», el autor se aparta del enfoque del resto del libro y el nativo vuelve a aparecer, no como sujeto activo, sino como un ser pasivo, especialmente a través su presencia en el arte, volviendo al enfoque más tradicional al respecto del tema de los indígenas americanos y su interacción con Europa. En este apartado Mira Caballos solo nos da cuenta de la cultura material nativa trasferida como mera curiosidad, o nos explica la representación del indio en el arte, pero no profundiza en la participación del indígena como autor de esas piezas o incluso en la creación artística en el mundo occidental, donde son conocidas las obras literarias, escultóricas, pictóricas y musicales, materializadas por nativos americanos. Tal vez en una reedición del trabajo podría solucionarse esta cuestión pues no dudamos que el autor lo conoce.
El doctor Esteban Mira Caballos, como ya viene demostrando en su más que destacable producción historiográfica, expone con gran solvencia un tema nada sencillo, utilizando su amplio conocimiento, huyendo de una erudición obtusa, para hacer una exposición clara y comprensible para el gran público. Nos encontramos ante una obra de gran importancia por ser capaz de trascender el ámbito académico con un enfoque claramente divulgativo, pero que en ningún momento olvida la metodología científica sistemática que ha permitido al autor llegar a las conclusiones presentadas en este volumen. Mira hace una escrupulosa sustentación argumental en cada una de sus afirmaciones, hasta el extremo de que incluso el lector iniciado a veces puede sentirse abrumado. Para ello aporta una meticulosa sucesión de fuentes primarias y secundarias que tratan de aspirar a la exhaustividad. Entendemos que esta característica del texto está motivada por el tenso clima actual en torno a los temas relacionados con la conquista de América. Mira parece no querer dejar un fleco suelto al que puedan asirse detractores de uno u otro bando. Y a fe que lo logra. No olvida citar a la gran mayoría de los autores que han trabajado de manera parcial la temática, por lo que para el lector especializado se convierte en un trabajo de gran interés, tanto como para el que se acerca por mera curiosidad. Lo mismo ocurre con respecto a la documentación, pues no en vano casi dos quintas partes del libro lo forma un profuso aparato documental perfectamente referenciado.
Otro de los máximos valores de este libro, mérito exclusivo de su autor, es señalar las numerosas posibilidades que aún presenta la temática, al no platearlo como un asunto cerrado, huyendo de afirmaciones categóricas con intención de establecer un marco abierto a nuevas aproximaciones. Una de las características claves del texto es que trata al lector con una consideración máxima, pues a pesar de ser una obra con vocación divulgativa lo hace desde la intención de respeto al que se acerca a su contenido, apelando a su capacidad de reflexionar al respecto de lo expuesto, para que sea él mismo el que llegue a una conclusión o, incluso, se quede con la necesidad de seguir leyendo (o investigando) para avanzar en el conocimiento.
Por último, una cuestión nada menor. El texto de Esteban Mira Caballos está escrito con un buen castellano fluido y claro, que hace la lectura fácil. El autor alterna informaciones con pulso narrativo casi literario que ayudan a mantener la atención, con análisis profundos que obligan a la pausa y la reflexión del lector. En mi opinión, El descubrimiento de Europa es un magnífico ejemplo de lo que debería ser la alta divulgación científica en Historia.
Sigfrido Vázquez Cienfuegos,
Profesor de la Universidad de Extremadura
Reseña publicada en el Anuario de Estudios Americanos, 81-1, 2024, pp. 1-3. https://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/1025
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