
La última obra de la Dra. Carmen Mena García, catedrática de Historia de América de la Universidad de Sevilla, es un minucioso estudio de los barcos, los hombres y las mercancías que se aprestaron para la pionera expedición de Magallanes-Elcano (1519-1522). Se trata del trabajo más preciso que se ha escrito hasta la fecha sobre cada uno de los barcos de esta pionera jornada, todo lo que se embarcó, y cada uno de los tripulantes que se enrolaron.
Un nivel de detalle obtenido gracias al manejo de un elenco de fuentes verdaderamente abrumador, tanto primarias como secundarias. Por un lado, utiliza una gran cantidad de documentos, fundamentalmente procedentes del Archivo General de Indias, lo que le permite contrastar datos ya conocidos y aportar otros nuevos que habían pasado desapercibidos, escondidos entre las líneas de los manuscritos. Y por el otro, lo complementa con una extensa bibliografía, antigua y reciente, que le ha permitido un conocimiento profundo de la temática que aborda.
Analiza, uno a uno, cada uno de los cinco barcos empleados en la expedición, desde su construcción, sus propietarios o su arqueo, hasta su desaparición. Por lo general, las embarcaciones eran muy caras, pues el promedio de vida apenas alcanzaba la década y raro era el navío que cruzaba el océano más de cuatro veces.
Además, estudia minuciosamente a toda la tripulación, lo mismo estableciendo estadísticas generales que individualizando las principales biografías. Como indica la autora, más del 40 por ciento de la tripulación era extranjera, algo que no debe sorprendernos, pues era frecuente en la propia Carrera de Indias, dadas las dificultades para la recluta. También reconstruye lo que sabemos de otras personas tradicionalmente olvidadas, como los esclavos y/o indígenas que viajaban a bordo. Es bien conocido el caso de Enrique el Malayo que era un joven esclavo que llevaba consigo Hernando de Magallanes, que había capturado en las islas Molucas. Se lo llevó a Portugal, lo cristianó y aprendió el portugués, embarcándolo como traductor en su expedición de 1519. La Corona castellana entendió bien la importancia de estos intérpretes y dio orden a Magallanes para que buscase lenguas y los tratase bien. Para estos lenguas o farautes también podía ser una buena oportunidad de promoción pues, de la noche a la mañana, se convertían en piezas esenciales del proceso expansivo. Tanto fue así que a Enrique el Malayo se le asignó un sueldo de 1.500 maravedís mensuales, equiparable a lo que cobraba un lombardero, algo insólito teniendo en cuenta que era un esclavo. Bien es cierto, que al final, tras la muerte de Magallanes, sintiéndose maltratado, traicionó a los expedicionarios, pactando con el rey de Cebú.
También se alude en el libro a los tres asiáticos que llegaron a Sevilla, junto a los dieciocho supervivientes. Y como dice la autora, estos también eran personas, también fueron supervivientes y también merecen ser recordados. Uno de ellos era esclavo, pero los otros dos eran libres y, al parecer, habían viajado voluntariamente para conocer al emperador.
Asimismo, se anota todo lo que se embarcó en ellas, hasta el último alfiler, desde los víveres a la botica y hasta los instrumentos de navegación como, por ejemplo, seis astrolabios y quince agujas de marear -brújulas-. También se embarcó abundante material bélico, como lombardas, escopetas y ballestas. Y es que, aunque se trataba de una empresa comercial, con acierto, se previó la posibilidad de sufrir la resistencia de los nativos o incluso ataques de potencias enemigas, fundamentalmente de los portugueses. Y dado que se pensó en todo, se compró una buena cantidad de baratijas para intercambiar por las especias, como espejuelos, hachas vizcaínas, collares, gorros, tijeras y algunos otros abalorios, todos de muy escaso valor. Bien es cierto, como dice la Dra. Mena, que estos objetos debieron ser un símbolo de prestigio social para los indígenas que los poseían, al menos en los primeros años.
Y finalmente, se enumera minuciosamente todo lo que trajo de vuelta la nao Victoria, fundamentalmente el clavo que sirvió para financiar los costes de toda la expedición. Pero también se detallan objetos en los que nadie había reparado, como un penacho de plumas, de algún líder asiático, que alguien tuvo la idea de traer a Castilla.

En definitiva, estamos ante una obra novedosa que, por raro que parezca, aporta decenas de detalles nuevos que no conocíamos, así como reflexiones que dan mucho que pensar. Un libro de investigación, de estos que requieren toda una vida para ser escritos. El esfuerzo que hay que hacer para escribir algo así, solo lo puede entender otro investigador. La autora ha dedicado cientos de horas a releer documentos para obtener ese dato que había pasado desapercibido y que nos aporta luz sobre aspectos en los que no habíamos reparado antes. Lo singular en este caso es que la Dra. Carmen Mena lleva ya varios trabajos como éste, y ¡en una sola vida! Un libro muy recomendable no solo para los investigadores sino para todo el que quiera sentir, vivir y palpar el ambiente de una gesta universal, como fue la Primera Vuelta al Mundo.
Es reseña de:
Mena García, Carmen: Magallanes y las cinco naos del emperador. Organización de la armada que circunnavegó la tierra (1519-1522): barcos, hombres y mercancías. Madrid, Sílex, 2022, 470 págs. I.S.B.N.: 978-84-190778-23-3
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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