El vizcaíno Rodrigo de Portuondo fue uno de los mejores marinos de los que dispuso España en el primer tercio del siglo XVI. Estuvo al frente de la armada real de galeras desde 1523 y mantuvo infinidad de combates en la defensa de las costas mediterráneas, frente a los ataques berberiscos y turcos.
En 1529 encontramos un hecho especialmente desgraciado, pues, se produjo la derrota de la Armada Real de Galeras a manos del corsario turco Hardín Cachadiablo, en aguas de Formentera. Se trataba de un bandido al servicio de Barbarroja que disponía de más de una decena de fustas y galeotas, bien pertrechadas por los turcos. Fueron famosos sus ataques a villas costeras de Valencia, Baleares y Cataluña, aunque su victoria más sonada fue contra el malogrado Rodrigo de Portuondo, como veremos a continuación.
Teniendo en cuenta que la escuadra corsaria era muy superior, de quince fustas, el hijo del capitán general Domingo de Portuondo recomendó a su progenitor que evitara el combate. Rodrigo de Portuondo, pensó equivocadamente que su vástago mostraba falta de valor cuando, en realidad, no se trataba más que de simple cordura. Sea como fuere, lo cierto es que “se airó y le dijo que no era su hijo, pues temía cobardemente aquellas fustillas y bergantinejos de ladrones, que sólo él con su galera los echaría a hondo” (López de Gómara 2000: 132). Entonces salió en persecución de sus enemigos que, sintiéndose muy superiores en número, se volvieron contra sus perseguidores y le infligieron una severa derrota. Cerca de Formentera, en las islas Baleares, junto al islote de Espalmador, se desencadenó la derrota, un 25 de octubre de 1529.
Como buen guerrero, Rodrigo de Portuondo perdió la vida en combate, luchando contra los enemigos. ¡El viejo capitán pretendió dar una lección de valentía a su hijo, pero muy al contrario éste se la dio a él de sensatez, una sensatez que no le pudo salvar la vida! No mucho mejor le fue al pobre de Domingo de Portuondo, otro valiente marino, pues fue apresado y enviado a Constantinopla, donde unos meses después, ya en 1530, fue condenado a morir empalado.
Tras ser derrotada y casi destruida la armada de galeras, la costa española quedó durante algunos años desguarnecida frente a los ataques berberiscos y turcos. El Emperador lamentó profundamente la derrota de su capitán de las galeras, pero mucho más los pueblos de la costa mediterránea que, desde entonces, se encontraron más desprotegidos frente a los corsarios.
PARA SABER MÁS
FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo (1972): Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Madrid, Museo Naval.
LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco (2000): “Guerras del mar del Emperador Carlos V” (Estudio y edición de Miguel Ángel de Bunes Ibarra y Nora Edith Jiménez). Madrid, Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V.
MIRA CABALLOS, Esteban: “Las Armadas Imperiales. La guerra en el mar en tiempos de Carlos V y Felipe II”. Madrid, La esfera de los Libros, 2005.
MIRA CABALLOS, Esteban: “El sistema naval del imperio español. Armadas flotas y galeones en el siglo XVI”. Madrid, Punto de Vista Editores, 2015.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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