Esteban Mira Caballos

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LA ICONOCLASTIA ACTUAL: UN ENSAYO INTERPRETATIVO

18:16 por administrador1 Dejar un comentario

Como es sabido en los últimos años se han multiplicado los atentados contra los monumentos del pasado. La caída del Muro de Berlín dio lugar a la retirada de numerosas estatuas de líderes soviéticos, como Lenin o Stalin, no solo en la antigua Unión Soviética sino en muchos países de la órbita comunista. Asimismo, todos pudimos contemplar en directo el 9 de abril de 2003, tras la caída del régimen de Saddam Hussein, como una masa descontrolada destruía su estatua en la plaza Firdus de Bagdad, la capital de Irak. Otras efigies de personajes contemporáneos han sido vandalizadas en fechas muy recientes como las de Leopoldo I de Bélgica, Abraham Lincoln o Winston Churchill.

Derribo de la estatua de Saddan Hussein

Por lo general, salvo excepciones como la de Churchill o Lincoln- se trataba de líderes que encarnaban a tiranos y/o genocidas contemporáneos. Aunque no compartiésemos el vandalismo, podíamos entender ese tipo de actuaciones porque hoy está vigente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, emitida por la ONU y tenemos unos valores incompatibles con los que defendieron muchos de estos personajes.    

Más difícil de entender y/o de justificar son los cada vez más frecuentes atentados contra monumentos, estatuas y bustos de personajes históricos como Cristóbal Colón, Juan Ponce de León, Juan de Oñate, Hernán Cortés, fray Junípero Serra o Miguel de Cervantes. La diana predilecta es sin duda el almirante genovés, descubridor de América. Ya la CUP propuso la retirada de su efigie de Barcelona aunque, por fortuna, eran una minoría y la propuesta no se llegó ni siquiera a considerar. Un caso muy diferente es el del monumento al genovés de la Ciudad de México que sigue en pie pese a los continuos atentados que sufre, a diferencia de la de Santo Domingo, situada delante de la catedral primada, que nunca ha sido violentada. También el monumento broncíneo a Hernán Cortés en su Medellín natal -1890-, del escultor zamorano Eduardo Barrón, fue pintado de rojo en el año 2010 por un grupo de desconocidos. Estos, en un informe anónimo solicitaron que se retirara la cabeza del indio que pisaba el metellinense, ignorando que en realidad no era tal sino un ídolo mexica. En cuanto a Francisco Pizarro, su monumento en Lima no ha sido atacado pero sí que ha sufrido un desplazamiento desde su ubicación inicial delante de la Catedral, a un rincón en la plaza Pizarro y finalmente su traslado en 2004 al parque de la Muralla. Y dado que no han podido bajar del caballo al conquistador, al menos lo han bajado de su pedestal por lo que se puede observar muy de cerca. El asesinato de George Floyd en Minneapolis ha provocado toda una oleada de revueltas en las que una vez más algunos manifestantes la han emprendido contra monumentos a diversos personajes históricos, entre ellos varios de origen español.

Monumento a Hernán Cortés en Medellín.

En relación a toda esta oleada de actos vandálicos, lo mismo en Estados Unidos que en México o España hay que aclarar varios aspectos que nos parecen de interés:

Primero, son totalmente minoritarios. Me consta que la mayor parte de los mexicanos o de los estadounidenses ve con malos ojos estos atentados e incluso se avergüenzan de ellos. La propia administración de Donald Trump prepara un decreto para endurecer las penas frente a los que atenten contra los monumentos. Sin ir más lejos, en su Medellín natal me consta que se admira y respeta a Hernán Cortés, su personaje histórico más conocido, por lo que sería totalmente falso e injusto decir que allí atentan contra su efigie. Tanto en Estados Unidos como en Barcelona o en Medellín son minorías que en absoluto representan un sentir generalizado

Monumento al Quijote en San Francisco.

Segundo, el objetivo que buscan cuando perpetran estos actos es obtener una gran repercusión mediática. Una acción premeditada por los movimientos indígenas y/o afroamericanos para hacer ver al mundo su lucha contra el racismo, la discriminación y la pobreza. Parece obvio que no los atacan porque consideren que esos personajes de hace cuatro o cinco siglos son sus enemigos sino más bien por la visibilidad que ello les da. No hay que perder de vista, sobre todo en el caso de Estados Unidos, que el racismo está fuertemente arraigado y muchos no saben ya ni qué hacer para que el problema se visibilice y entre en vías de solución.

Y tercero, estas acciones iconoclastas visibilizan los problemas de los grupos más discriminados pero también dan argumentos a los ultranacionalistas que, aprovechando que la mayoría de las estatuas vandalizadas son de personajes de origen hispano, ven en ello la prueba evidente de que la Leyenda Negra contra  España pervive en nuestros días. Algo que no es cierto porque se trata –insisto- de actos promovidos y ejecutados por una minoría que en absoluto se corresponde con el sentir generalizado. Y ello, independientemente de que el vínculo de unión de los estadounidenses es el inglés y la construcción histórica anglosajona por lo que tienen relativamente arrinconado su pasado hispánico. Y digo que solo relativamente porque las cosas están empezando a cambiar, como lo evidencia la concesión de la medalla al mérito a título póstumo en 2014 a Bernardo de Gálvez por el Senado de los estados Unidos. En cualquier caso, todo esto sería otro debate que no viene al caso ahora.

Para finalizar quiero decir que yo siempre me he posicionado en contra de cualquier tipo de iconoclastia. Entre otras cosas porque se empieza por derribar a un tirano y terminan por atentar contra Miguel de Cervantes o contra Martin Luther King. Los monumentos del pasado hay que verlos como lo que son, es decir, como vestigios de un tiempo muy diferente al actual. Para unos el Louvre puede ser el mejor ejemplo de preservación del arte del mundo para otros el ejemplo de la rapiña de Napoleón Bonaparte por todo el mundo. Lo mismo se podría decir de la puerta de Alcalá mandada construir por un déspota como Carlos III, o el Arco de Fernando VII de la capital española, en honor a uno de los peores monarcas que ha sufrido España. Pero todo ello, son vestigios del pasado que debemos conservar. Y en esa conservación, incluyo lo mismo los campos de exterminio de Auschwitz o el Valle de los Caídos que debería conservarse, como recuerdo de lo que fue un régimen Nacional Catolicista y dictatorial como fue el del general Franco.     

A mi juicio la destrucción del patrimonio del pasado es cosa de integristas que en ningún caso se puede justificar, aunque el fin sea justo. Por tanto, condeno todo tipo de atentados en este sentido aunque sí puedo llegar a entender la desesperación y la sinrazón que mueven a esta masa de discriminados que deciden llevar a cabo estos destrozos. Una actitud que solo se puede combatir con empatía, educación, cultura, justicia y bienestar.

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