
Hace unos días estuve una jornada en el Archivo General de Simancas y me salieron al paso datos interesantes, algunos de ellos inéditos y otros poco conocidos. Entre ellos aparecieron varias referencias manuscritas a la gran victoria de la Armada Real de Galeras sobre la armada turca en aguas del Mediterráneo, en octubre de 1540. Es cierto que no se trata de noticias inéditas pero sí poco conocidas.
De estas fechas siempre se destaca, por un lado, el saqueo de Gibraltar por la armada argelina, capitaneada por Alí Hamet y Caramami, y, por el otro, el sonado fracaso de Carlos V en su intento de tomar Argel para acabar definitivamente con la principal base turca en el norte de África.
Sin embargo, entre el saqueo de Gibraltar y el fracaso de Argel se produjo un combate épico en el que la Armada Real de Galeras, humilló sin paliativos a la armada berberisca.
La armada argelina, enterada de que la escuadra española estaba en el entorno de las islas Baleares, se dirigió a Gibraltar. La escuadra estaba compuesta por 16 barcos, desembarcando en la costa un millar de escopeteros y ballesteros. No tuvieron dificultades para cautivar a 73 personas, y obtener un rescate por ellos de 7.000 ducados, además de desvalijar las casas y las naves que estaban en el puerto.
El 13 de septiembre partieron hacia las costas de Berbería, pero cometieron el error de no desembarcar el botín de Argel y de proseguir su viaje en busca de nuevas presas. Pero Bernardino de Mendoza, capitán de la armada española, estando en el puerto de Denia, recibió la noticia de lo ocurrido en Gibraltar. Pues bien, sin perder ni un minuto se dirigió a la costa africana para tratar de interceptar a la armada enemiga, pese a que estaba en inferioridad numérica. Y efectivamente, a la altura de la isla de Alborán se produjo el encuentro. Era el 1 de octubre de 1540, los magrebíes no eludieron el combate, sabedores de su superioridad numérica. Los preparativos del combate impresionan, casi cinco siglos después:
“Formó la escuadra infiel en forma de media luna, según costumbre, poniéndose en medio la capitana de Caramami, adornados los bajeles con banderas y gallardetes en los calcés, antenas y batayolas, al son de clarines y dulzainas. D. Bernardino arengó a su gente, armó a los forzados, prometiéndoles la libertad y otras mercedes… Al son de trompetas, tambores y pífanos formaron en tres escuadrones y, en medio, la capitana, acompañada de seis galeras que le daban escolta. Aproximáronse ambas escuadras, y al llegar a tiro de cañón, empezó el fuego…”
La capitana argelina, comandada por Alí Hamet y la Almiranta, donde viajaba Caramami –un negro remero de las galeras de España fugado- se dirigieron directamente a por la capitana española, mandada por Bernardino de Mendoza. Pero el experimentado marino guadalajareño se las apañó para derrotar a ambos, hiriendo a Alí y matando a Caramami.

Cuentan las crónicas que la galera Santa Bárbara, estaba gobernada por un gibraltareño, Pedro Benítez, que quería vengar el saqueo de su pueblo, y el daño que sospechaba sobre su familia. Acometió a los enemigos con especial saña y se introdujo entre varias unidades enemigas. Aunque murió de un arcabuzazo, consiguió antes rendir uno de los navíos enemigos. Finalmente, la galera dirigida por Enrique Enríquez, consiguió captura la galeota en la que trataba de huir el capitán general de la armada berberisca, Alí Hamet, que resultó finalmente abatido.
Tras algo más de una hora de recio combate, fueron apresadas diez embarcaciones enemigas –dos galeras, siete galeotas y una saetía-, otra fue hundida y cinco más se dieron a la fuga. Alegó Bernardino de Mendoza que decidieron no seguir a las cinco huidas porque la gente estaba muy cansada. Los datos sobrecogen: 700 turcos y berberiscos muertos, 837 remeros –muchos de ellos cristianos cautivos- fueron liberados, y se apresaron 427 enemigos para negociar su rescate. Del lado español hubo medio millar de heridos y 200 soldados y marinos muertos, entre ellos los capitanes valerosos como Pedro Benítez, Alonso de Armenta, Tineo, Juan de Susnaga y Martín de Gurichaga.
Tras hacer escala en Motril, la escuadra recaló en Málaga, donde informaron de lo ocurrido. Allí se celebró un solemne Te Deum, en la que participaron los cristianos liberados con una vela cada uno, los soldados y los marinos, mientras se hacían sonar los pífanos y las trompetas al tiempo que se disparaban salvas de honor con la artillería. El rey fue informado de tan grato suceso muy poco después, por carta firmada el 7 de octubre de 1540. Su satisfacción fue doble, primero porque se derrotaba a una armada enemiga que previamente había saqueado Gibraltar, y segundo, por el botín diez embarcaciones a las que bastaba con arriar la bandera turca y enarbolar la de Castilla, más gran parte del botín robado en Gibraltar.
Al año siguiente, quizás crecidos por los últimos resultados el César decidió ir a buscar a Barbarroja a su propia base argelina, concentrando para la ocasión un buen número de barcos. La precipitación del ataque, lanzado inadecuadamente en noviembre, y los temporales hicieron de la campaña un fracaso.
Bernardino de Mendoza estuvo al frente de las armadas de galeras al menos desde la década de los treinta. Posteriormente, volvió estar al mando de la misma al menos durante la década comprendida entre 1547 y 1557, año este último en el que tomó el relevo en dicho cargo su hijo, el también prestigioso marino don Juan de Mendoza. Se trata de uno de esos marinos que hicieron posible la España Imperial y de los que nadie se acuerda. ¿Quién conoce en España a Bernardino de Mendoza? ¿Quién ha oído hablar de la batalla de Alborán? Prácticamente nadie. Pese a ello, nadie puede negar que el capitán Bernardino de Mendoza, fue uno de los grandes marinos de su tiempo, y que sirvió a su país con lealtad y valentía. Valores de otro tiempo; pero era lo que se le exigía y él cumplió con creces. En algún lugar, cerca de las costas de la isla de Alborán yace desde hace casi cinco siglos la galera berberisca hundida por él allá por el año 1540.
PARA SABER MÁS:
FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: “Armada Española”. Madrid, Museo Naval, 1972, T. I.
MIRA CABALLOS, Esteban: Las armadas del Imperio. Poder y hegemonía en tiempo de loss Austrias. Madrid, La Esfera de los Libros, 2019.
—– “El sistema naval del Imperio español: armadas, flotas y galeones”. Madrid, Punto de Vista Editores, 2015.
Gracias por vuestro relato. Dios le guarde.
Muchas gracias por dar a conocer nuestra historia.
quedo entusiasmado por este relato, que describe tan bién esta victoria de la armada española, tan poco conocida. Muy valioso e interesante
Buenas sólo una precisión, el adversario de la armada de la monarquía católica no fue el imperio otomano sino la Regencia de Argel.