«Ni los españoles fuimos santos impartiendo los Derechos Humanos en América ni fuimos genocidas». Así lo afirma Esteban Mira Caballos (Sevilla, 1966), doctor en historia de América, investigador y autor de más de una veintena de libros sobre la siempre controvertida época que arranca con el desembarco de Cristóbal Colón al otro lado del Atlántico, el 12 de octubre de 1492.
Cinco siglos después de aquella heroica gesta, la celebración del Día de la Hispanidad sigue siendo motivo de debate entre partidarios y detractores. Huyendo de discursos populistas o ideologizados, Mira Caballos pone el rigor histórico como referente para analizar los hechos.
¿Tiene sentido celebrar el Día de la Hispanidad el 12 de octubre?
No sé si celebrar es la palabra correcta, sobre todo por respeto a los que se quedaron por el camino, no solo indígenas, también muchos españoles que murieron en el fondo del Atlántico en esa aventura, pero por supuesto que podemos conmemorar esa fecha y con mucho orgullo. El 12 de octubre es un día histórico, fundamental en el devenir, no solo de España y de América, sino del mundo. La humanidad cambió el 12 de octubre de 1492 porque nada fue igual a partir de entonces. Un comerciante de Zafra que con dificultades iba a comerciar a Medina del Campo, ¡50 años después de 1492 estaba comerciando con Veracruz y Filipinas!
¿Se puede juzgar con ojos del siglo XXI unos hechos ocurridos hace más de 500 años?
Si algunos comportamientos de hace solo 30 años serían hoy impensables, imagínate juzgar a personajes del siglo XVI. No se puede entender el pasado con ojos del presente y los historiadores estamos para explicar el pasado, no para emitir juicios de valor. Hay que tratar de explicar la conquista de América en su contexto histórico. El revisionismo suele esconder un interés político detrás, pero entre los historiadores, tanto españoles como latinoamericanos, no hay muchas diferencias a la hora de analizar los hechos.
Y ¿cuáles fueron los hechos?, ¿hubo o no hubo genocidio en la conquista de América?
La mayoría de historiadores descartamos totalmente que hubiera un genocidio porque no hubo ninguna intencionalidad de exterminio. Hay estudios recientes que han hecho un análisis exhaustivo del trato a los indígenas, como Andrés Reséndez, un historiador mexicano afincado en EEUU que reconoce excesos, pero niega totalmente que hubiera un genocidio. Era irracional desde el punto de vista económico porque ningún conquistador ocupó un territorio para ponerse a trabajar, luego había una intención de preservar a la población local. Si hubo una mortandad alta no se debió a una intencionalidad, sino a otra serie de elementos, como el trabajo excesivo o, sobre todo, las enfermedades.
También se ha escrito mucho sobre la ‘leyenda negra’ contra España a raíz de la conquista de América, ¿es un mito o una realidad?
Es obvio que la hubo en el pasado. España era una potencia mundial y una de las estrategias que siguieron sus enemigos fue la de levantar esa leyenda negra contra Felipe II y los conquistadores, atribuirles unas dosis de crueldad que los acusadores también practicaban en igual o mayor medida. Pero nada de eso existe en la actualidad, no hay ninguna confabulación masónica internacional contra España. Hablar ahora de leyenda negra solo es un instrumento para reforzar la conciencia nacional en un momento en el que los nacionalismos catalán y vasco cuestionan la unidad del Estado. Hay mucho patriota ultranacionalista que hace ese tipo de discurso porque los españoles a veces estamos muy a gusto con el perfil de víctimas.
Usted habla de leyenda negra, pero también de historia negra.
Igual que niego el genocidio, no oculto que hubo excesos y atrocidades porque cualquier conquista implica destrucción y daño. Como antillanista sé que en Santo Domingo había 100.000 indígenas y que en 30 años apenas quedaron 1.000. Fue una hecatombe, no hay que ocultar las cosas y reconocer los hechos porque la historia fue como fue y no por ello me siento menos español o me siento avergonzado. Lo que no tiene sentido son los discursos “rosalegendarios” que dicen que todo fue maravilloso en la conquista de América y que los españoles fuimos magníficos. La historia no deja de ser un largo camino sembrado de cadáveres.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y otras voces exigen a España que pida perdón por aquellos excesos, ¿debe hacerlo?
En México la petición de perdón es una política populista de López Obrador que no tienen ningún sentido. Cuando dijo su famosa frase de pedir perdón, yo estaba en un congreso en Veracruz con un montón de historiadores mexicanos y estuvimos de broma riéndonos de ello. Siempre hay voces poco versadas que dicen cosas, pero en América Latina no hay ningún sentimiento antiespañol, al revés, en 30 años que llevo viajando y dando conferencias por América solo he encontrado cariño hacia España. En Texas he visto más banderas españolas que aquí y hay cátedras de hispanismo en prácticamente todas las universidades de EEUU, con tantos y tantos investigadores estadounidenses que no ocultan su simpatía por nuestro país.
Pero parece que se está poniendo de moda en América derribar estatuas de Colón y de los conquistadores…
La vandalización de estatuas son actos muy minoritarios y no solo se ataca a Hernán Cortés o Pizarro, también a Lincoln o Churchill. Y tampoco ocurre solo en América, aquí se pintó de rojo la estatua de Hernán Cortés en Medellín, su pueblo natal en Extremadura, donde su figura es queridísima. Pero son acciones de minorías de izquierda muy radicales que están en contra de cualquier vestigio del pasado porque dicen que son recuerdos de la barbarie.
Hemos hablado de sombras, pero la conquista de América también tuvo sus luces, ¿cuáles destacaría?
Si hay algo de lo que podemos estar orgullosos los españoles es de la corriente humanista encabezada por Bartolomé De las Casas, que consiguió que la corona española tomara conciencia y frenara legalmente los abusos a la población indígena con la promulgación de las Leyes de Indias, que prohibieron la esclavitud y la encomienda. Fueron leyes pioneras en la defensa de los derechos humanos, un auténtico hito en pleno siglo XVI y lo más singular del imperio español, el único de la historia que se cuestionó seriamente la licitud de su ocupación. Todo eso se lo debemos al padre De las Casas, una figura muy denostada y a la que se ha tildado de loco o antiespañol. Me parece muy injusto.
¿Hubo realmente diferencias entre los modelos de colonización de América llevados a cabo por el imperio español y británico?
No creo que los españoles seamos intrínsecamente buenos y los ingleses tengan el gen de la maldad porque todos cometieron excesos y atrocidades, pero sus modelos fueron distintos. Los ingleses llevaron a cabo un tipo de colonización en el que llegaban familias completas de puritanos, que no se mezclaban con la población local y para quienes los indios eran un verdadero estorbo. Los españoles, en cambio, viajaron mayoritariamente varones y con afán de poblar, lo que se tradujo en un mestizaje que ha dado como resultado la gran América mestiza que todos amamos. No fue un proceso fácil y por supuesto que hubo muchas violaciones, no soy partidario de aquellos que hablan de la “conquista erótica” de las indias, pero también hubo muchísimas relaciones consentidas.
¿Podríamos decir que el español fue un modelo más integrador?
Podríamos decir que sí. España fue intransigente en el terreno religioso porque la unidad del imperio se basaba en la fe cristiana, pero, por ejemplo, lingüísticamente fue muy tolerante y prueba de ello es que todavía perduran cientos de lenguas indígenas en América Latina. De hecho, muchas de ellas tienen vocabularios elaborados por los españoles en la época colonial, en muchos casos por sacerdotes que los utilizaban para evangelizar mejor a la población local. Incluso en las Audiencias tenía que haber traductores contratados para traducir lo que decía un indígena cuando se presentaba ante los oidores.
Veo que eso de los pinganillos en el Congreso viene de lejos…(risas)
Sí, de alguna manera fueron los precursores del pinganillo. Incluso había tlacuilos contratados en la Audiencia de México para leer pictogramas y Juan de Alvarado era, por ejemplo, el traductor oficial con un sueldo de la Audiencia de Lima para traducir del quechua al castellano.
En su último libro, El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el viejo mundo, afirma que la conquista de América la hicieron los propios indígenas.
No hay conquista sin la colaboración indígena. Pizarro tenía 180 hombres para conquistar el Tahuantinsuyo, el inmenso imperio inca, lo cual era impensable, pero rápidamente se sumaron a él los cañaris, chachapoyas, chimúes, lambayeques… la conquista se produjo con una colaboración necesaria de los indígenas. Y en México pasó igual con los tlaxcaltecas y otros indios que ayudaron a Hernán Cortés. Pero es más, los indígenas se encargaron en muchos casos de proteger el orden colonial. En Paraguay, los españoles eran cuatro gatos sin posibilidad de defender las fronteras, pero dieron armas a los guaraníes y fueron ellos quienes se encargaron de defenderlas frente a las incursiones portuguesas de los paulistas, a quienes derrotaron en la batalla de Mbororé sin el concurso de los españoles. No hay imperio español ni este dura tres siglos y medio sin la colaboración necesaria de los indígenas y los mestizos.
También sostiene que los indígenas estaban bien integrados en el imperio español y no apoyaron los procesos de independencia en el siglo XIX.
Las Leyes de Indias consiguieron que los indígenas, sobre todo a partir del siglo XVII y especialmente en el XVIII, estuvieran razonablemente a gusto dentro del imperio, incluso con tierras matriculadas a su nombre. Prueba de ello es que tuvieron una participación marginal en los procesos de independencia. Y tenían razones para ello porque el gran horror de los indígenas empezó en el siglo XIX con esas nacientes repúblicas liberales en las que se produjeron excesos y matanzas de manera masiva. Ahí sí que hubo casos de genocidio reconocidos por todo el mundo. En México hubo muchas matanzas de yaquis, seris, ópatas… hubo exterminio sistemático de indígenas por parte de la República de México y de otras nacientes republicas americanas.
¿Cuál fue el germen que desató los procesos de independencia en América?
Fueron los criollos quienes lideraron esos procesos y lo hicieron por interés propio. En el siglo XVIII los Borbones imponen las intendencias y una administración mucho más eficiente, pero los criollos, que estaban acostumbrados a hacer un poco lo que les diera la gana, no lo pueden soportar porque supone un control mucho más férreo sobre sus finanzas y sus beneficios. Los mismos criollos, que eran descendientes de los conquistadores, decidieron llevar a cabo esos procesos de independencia para incrementar sus beneficios.
¿La independencia fue beneficiosa para los territorios coloniales?
Los indicadores demuestran que no. Aunque Madrid era la capital del imperio, la gran ciudad imperial era México. Era el lugar de tránsito de todas las mercancías europeas que llegaban al puerto de Veracruz antes de embarcar de nuevo en Acapulco rumbo a Asia. Y lo mismo ocurría con las mercancías que viajaban en sentido contrario. El virreinato de Nueva España, igual que el de Perú, fue uno de los territorios más ricos del mundo en su tiempo y, por descontado, mucho más rico que después de la independencia, cuando los criollos se endeudaron con el mundo anglosajón y todavía no se han recuperado. La decadencia no empieza en la época virreinal, sino después, con las repúblicas independientes. Es algo objetivo y demostrado con datos. Eso de ‘somos pobres porque España nos colonizó’ no lo diría ningún historiador mexicano en sus cabales.
JACOBO ALCUTÉN, diario 20 Minutos,
12 de octubre de 2023
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