Durante mucho tiempo España pretendió la unidad del territorio peninsular, incorporando el reino de Portugal. Felipe II, en 1580, incluyó el territorio luso y sus colonias dentro del Imperio Habsburgo. Pero la unión apenas duró unos sesenta años; el 1 de diciembre de 1640 se coronaba rey de Portugal Juan IV de Braganza, separando de nuevo los caminos de España y Portugal. En pleno siglo XXI las cosas son muy diferentes, lo que las armas nunca pudieron unir puede hacerlo la economía y la amistad sincera.
Desde el 1 de enero de 1986 ambos países forman parte de la Unión Europea, integrándose ambas en el mismo espacio geopolítico. Actualmente, España y Portugal son dos países socios y amigos que, además, el 28 de octubre de 2021, suscribieron un nuevo Tratado de Amistad y Cooperación, en el marco de la trigésimo segunda Cumbre Ibérica celebrada en Trujillo.
Han sido los portugueses los que más han reconocido el valor estratégico de lo firmado en este nuevo acuerdo económico. Mientras que en España ha pasado más desapercibido. Pero dicho Tratado puede ser el prólogo de una no muy lejana Confederación o Federación Ibérica.
En dicho texto, ambos países reconocen pertenecer a la Comunidad Iberoamericana de Naciones que agrupa a más de 800 millones de personas en todo el mundo. El acuerdo incluye la celebración de cumbres bilaterales bianuales y la cooperación en prácticamente todas las áreas gubernamentales: economía, educación, medioambiente, energía, ciencia y Tecnología, defensa, Justicia, etc. Además, a nivel civil hay otras muchas instituciones ciudadanas que fomentan esta amistad, entre ellas, la Plataforma Cívica Ibérica.
De producirse esta hipotética Confederación Ibérica, ésta mejoraría su posición geoestratégica en el actual mundo globalizado. Actualmente España ocupa el puesto número 14 en el Ranking por Producto Interior Bruto y Portugal el 47. Una posible unión situaría a la Confederación Ibérica entre las 10 mayores economías del mundo.
Pero, obviamente, esto solo podrá hacerse realidad, en un futuro no muy lejano, con grandes dosis de generosidad por parte de todos, especialmente de la economía más fuerte que es la española. Habrá que establecer una doble capitalidad, Lisboa-Madrid, por ese orden, para no repetir errores del pasado. Lo que las armas no lograron lo pueden conseguir la sincera amistad de dos pueblos hermanos y el beneficio de una economía más potente y respetada en el mundo. Un viejo sueño ibérico que ahora sí que parece viable, en un futuro no muy lejano.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
Alejandro dice
Dado el actual contexto mundial, la existencia de la Federación ibérica (IBERIA), es una obligación
Emmanuel dice
Mientras esa federación sea entre España y Portugal (si acaso Andorra), que son las únicas naciones realmente existentes en la Península Ibérica, y no una excusa para desmembrar España en una Confederación Ibérica donde cada uno se va a mirar el ombligo salvo en lo que le interesa, por mi adelante.