
En este artículo quisiera presentar una transcripción cuidada de un documento inédito que el Archivo General del Reino de Navarra dio a conocer en 2021 con motivo del V Centenario de la caída de Tenochtitlan. Se trata de una carta inédita, fechada el 24 de junio de 1528, en la que se alude a la presencia del metelinense Hernán Cortés en la ciudad de Toledo. Una vez más los repositorios españoles vuelven a sorprendernos, aportando un nuevo manuscrito alusivo a este personaje que, para bien o para mal, cambió los destinos del mundo hace ahora cinco siglos. Y es que la documentación que generó la España Imperial fue ingente lo que permite que, cinco siglos después, sea aún posible encontrar material inédito.
Desde principios de 1528 Hernán Cortés estaba preparando su regreso a España con la idea de deslumbrar al emperador para que así comprendiera la verdadera importancia de sus conquistas. No escatimó gastos, y le ofreció pasaje gratuito y manutención a todo aquel que quisiera acompañarle. Arribó al puerto onubense de Palos en torno al 20 de mayo de 1528, encaminándose hacia Toledo, donde esperaba entrevistarse con el soberano.
El nuevo documento que pretendemos glosar y que aporta algunos datos de interés está fechado en Villarejo de Salvanés, cerca de Madrid, el 24 de junio de 1528 y se refiere a acontecimientos ocurridos días antes en Toledo. Sabemos que desde mediados de junio Hernán Cortés y toda su comitiva estaban en la ciudad de Toledo y se mantuvo en la ciudad del Tajo hasta mediados de julio, entrevistándose con el soberano, gracias a la mediación de Galíndez de Carvajal.
Menciona que Hernán Cortés estaba en Toledo, muy bueno y todo blanco como una paloma. Da la impresión que se refiere al propio Cortés y no a los naturales que llevaba con él. Lo digo porque el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo destacó que llevaba consigo varios indios nobles de Tlaxcala y México, más blancos que alemanes. Es probable que el metelinense se presentase vestido de seda blanca, junto a su colorida comitiva, en ese intento de ensalzar su propia imagen.
El documento alude a la fama que corría por todos los rincones de España de la gran cantidad de oro que traía, algo que tampoco nos sorprende porque sabemos que portaba miles de pesos de oro y de plata, además de diversas joyas de artesanía indígena, con los que pretendía impresionar al emperador.
Lo más novedoso del nuevo documento es la descripción detallada que hace lo cuatro naturales con acondroplasia -enanismo- que llevaba consigo. El autor de la misiva, Francisco Duarte, parece que no los vio personalmente, sino que sus informantes se lo pintaron lo más fielmente posible y se lo enviaron. No deja de ser curiosa esta aptitud de informar mediante representaciones gráficas exactamente igual que hacían en el valle de México, los tlacuiloque que sistemáticamente enviaban al tlatoani pinturas de los españoles, de sus caballos y de sus lombardas.
Ya teníamos algunas noticias de ellos a través de Gonzalo Fernández de Oviedo que afirmó que el metelinense trajo en su comitiva a varios nobles del valle de México, entre ellos un hijo de Moctezuma, a doce jugadores de Batey, a unos indios que bailaban sobre un palo de manera nunca en España oída ni vista, así como varias personas de pequeña estatura. Según la carta de Francisco Duarte que hoy presentamos estas personas que padecían acondroplasia no medían más de tres palmos, es decir 0,626 metros aproximadamente. Es posible que se trate de una exageración del narrador, aunque es seguro que eran personas extraordinariamente pequeñas. Llamó la atención del narrador que eran totalmente imberbes, pero tenían el pelo de la cabeza muy negro, ralo o poco espeso, pero tan gordos -decía- como los que tienen en sus crines los rocines. ¿De dónde los sacó Hernán Cortés? Pues posiblemente de la llamada Casa de las Aves —totocalli en nahuatl, zoológico en castellano—, ubicada en el corazón de la ciudad. Allí Moctezuma disponía de todo tipo de animales exóticos y también personas con distintas malformaciones, sobre todo acondroplásicos y jorobados, además de amplios jardines, miradores y estanques de agua. Al igual que en las cortes europeas, al soberano mexica le gustaba disfrutar de enanos y de bufones. Y aunque el totocalli quedó destruido tras el asedio de Tenochtitlan es posible que los españoles protegiesen la vida de estas singulares personas que además no significaban ningún peligro.

APÉNDICE
Carta de Francisco Duarte a Juan Rena, arcediano de Su Majestad y vicario general del reino de Navarra en Pamplona, Villarejo de Salvanés, 24 de junio de 1528
Señor: estando hoy día de San Juan despachando al padre fray Diego de Gamaza, procurador del monasterio de San Agustín de Estella con cierta limosna que Fonseca, mi señor, hace cada año a aquel monasterio, recibí una carta de vuestra merced, fecha en Pamplona a 16 de este mes, la cual trajo a Madrid don Pedro, el capellán del señor doctor de Goni. Quisiera me hallare allá para ayudarle a solicitar algo de lo que ha de hacer, pero estas cosas son de calidad que no llegan y pegan, bien creo que podré ir a tiempo que aproveche pues de aquí a diez días a más tardar tenemos por cierto que Su Majestad será venido a Madrid, según lo ha escrito a Fonseca mi señor. Y un día antes o dos iremos nosotros.
Las casas que venían para los gobernadores no he visto, creo que don Pedro las habrá dado de lo que toca al despacho de las cuentas, es excusado dar respuesta pues yo me tengo harto como aquel que está puesto en prisión y no puede disponer nada, así hasta que se acaben, espero en Dios que las veré acabadas antes que muera…
De las nuevas daría parte a vuestra merced y querrá le envíe los traslados de los desafíos y de las cartas que su Majestad a escrito por el reino a grandes y a pueblos y de lo que mi amo respondió a la suya y de lo que vuestros señores han respondido, pero escríbenme de Madrid que ya será todo viejo para vuestra merced, pues estando su Majestad ahora en Zaragoza lo habrán sabido todo por extenso. Hernán Cortés está en Toledo, muy bueno, y todo blanco como una paloma. La fama es grande del oro que trae. Y con ello trae unos cuatro hombres indios, muy enanitos que dicen que en una provincia de donde son todos son de aquel tamaño. El mayor no es de tres palmos o poco más de alto, según nos los envían pintados. Y no tienen barbas ni ninguno de ellos las tiene y por edad ya las deberían tener que uno es de más de 70 años. Los pelos de la cabeza son ralos y muy negros y no revueltos y tan gordos y más que crines de caballo. Por el buen parto que mi señor dio a la emperatriz, nuestra señora, todos estamos alegres, aunque más quisiéramos otro infante… Del Villarejo de Salvanés, 24 de junio de 1528. Criado de vuestra merced, Francisco Duarte
(Archivo General del Reino de Navarra Caj. 5, N. 24.4)
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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