
Una considerable parte de la bibliografía que ha aparecido en estos últimos años tiene como centro de atención o toma como punto de referencia privilegiado dos de las grandes culturas americanas anteriores a Colón, la azteca y la inca o, dicho de otra manera, se detienen en el examen de esos dos grandes imperios del centro y sur americanos, en su aniquilación por parte de los españoles o, personalizando al máximo, diseccionan el comportamiento de los dos más conocidos y representativos conquistadores, Hernán Cortés y Francisco Pizarro.
A los dos grandes caudillos que acabo de citar dedica Esteban Mira Caballos sendas obras que tienen como fondo común la voluntad explícita, patente incluso en el propio título, de aportar una nueva perspectiva desde nuestra atalaya actual. Me refiero a Hernán Cortés. Una biografía para el siglo XXI y Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista del Perú. Se trata de obras sólidas, excelentemente documentadas, escritas por un especialista que intenta llegar a un público amplio. Lo más parecido, como antes decíamos, a situar la Conquista en su contexto. Valga como muestra de esa actitud estas frases de uno de los libros aludidos, el dedicado a Pizarro: los conquistadores constituían un híbrido entre «cruzados medievales» y «guerreros modernos e individualistas, que luchaban por ganar honra y fortuna». Sus valores, como los de la sociedad de la que formaban parte, situaban el ardor guerrero como virtud suprema: «la forma más rápida y fácil de conseguir honra, fama y fortuna era mediante la guerra» (la cultura de su tiempo equiparaba virtud y nobleza a disposición bélica). A todo ello se unían altas dosis de intransigencia religiosa. «Estaban dispuestos a morir y a matar en nombre de Dios y del emperador y eso les reportaba una extraordinaria fortaleza moral». Con todo, «sabían que muchas de sus acciones no eran éticamente correctas» y, de ahí que muchos, «al final de sus días, dispusiesen memorias y obras pías a favor de los naturales, los mismos a los que ellos se habían encargado de someter, robar y explotar».

Si me aceptan que estas breves pinceladas que acabo de bosquejar son representativas, como pretendo, de la disposición del autor y el propósito de la indagación, la cuestión que se plantea es hasta qué punto son excepcionales tanto el uno como la otra en el panorama que estoy trazando. Me refiero, por expresarlo más claramente, a los ensayos, investigaciones o simples empeños divulgativos que persiguen de modo resuelto anteponer la comprensión al veredicto o que, incluso juzgando, procuran hacer un balance equilibrado o, si así lo requiere el asunto, una valoración ambivalente.

Me apresuro a reconocer, aunque solo sea por la experiencia acumulada en esta tarea, que se trata de una actitud difícilmente sostenible en su integridad o hasta sus últimas consecuencias sin despertar resquemores y suspicacias. En un asunto tan controvertido y sensible, las apreciaciones particulares del autor pueden despertar incomprensiones y rechazos en múltiples lectores, que buscan en una obra determinada, por encima de cualquier otra cosa, la confirmación de sus ideas previas. En última instancia, como se pueden imaginar, la cuestión clave es si se cargan o no las tintas a la hora de desentrañar la innegable conmoción –por usar un término relativamente neutro- que supuso la Conquista y cómo se reparten o adjudican las responsabilidades en las catástrofes subsiguientes.
Dr. Rafael Núñez Florencio
Es un extracto del un completo estudio historiográfico de la conquista de Rafael Núñez Florencio: “El espejo del pasado: la conquista, España y su historia como estigma”, https://www.revistadelibros.com/el-espejo-del-pasado-la-conquista-espana-y-su-historia-como-estigma/ publicado el 20 de abril de 2022.
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