Hoy en día, con las redes sociales, los infundios son contagiosos. El 3 de diciembre de 2021, el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, anunció que quiere revalorizar las proezas del taíno Enriquillo que se alzó contra el poder español en las sierras del Bahoruco, entre 1519 y 1533. Pretende construirle un mausoleo y crear una cátedra exclusiva dedicada al personaje. Hasta ahí todo entendible, pues quieren colocar a un aborigen entre los padres de la patria. Y me parece bien, aunque pasemos por alto que había sido educado desde pequeño por los religiosos y que, en 1533, cuando se le otorgaron algunas preeminencias sociales, entre ellas el título de “don”, no solo se sometió a los españoles, sino que se comprometió a luchar contra otros líderes indígenas que prosiguieron la lucha. Pero hay un par de aspectos en el decreto gubernamental que, además de erróneos, levantan ampollas de manera gratuita:
Primero, resulta incomprensible que, en un documento oficial del propio presidente del gobierno, se entre en una controversia de lo más espinosa, como el genocidio español. En dos ocasiones se citan expresamente las prácticas genocidas de los castellanos, particularmente del extremeño frey Nicolás de Ovando, en la matanza de Xaragua. No niego que fueron actos de gran crueldad, donde se acabó a sangre y fuego con una rebelión, pero en ningún caso fue genocida porque el objetivo era solo acabar con un alzamiento. En este caso concreto no hubo en absoluto intencionalidad de exterminio. Y ello a pesar de que los naturales de La Española pagaron como nadie las consecuencias de la expansión imperialista, hasta el punto de su propia extinción.
Segundo, afirma que mantuvo en jaque a los españoles por espacio de catorce años, manteniendo viva la llama de la libertad. Bueno, hay que matizar que el grupo de alzados era muy reducido y que si no se acabó antes con ellos fue porque apenas molestaban a los hispanos. Además, practicaban la religión cristiana lo que pudo favorecer esta tolerancia por parte del Imperio. No olvidemos que Enrique había sido educado desde pequeño por los religiosos por lo que hablaba castellano y profesaba la religión cristiana. Apenas se lo tomaron en serio las autoridades españolas que terminaron por alcanzar un acuerdo con el caudillo taíno.
Y tercero, se subraya que en 1533 se alcanzó el primer pacto entre los españoles y los taínos antillanos. Algo del todo incierto; como es bien sabido, los pactos “guatiaos” o tratados de amistad se remontan a tiempos del primer almirante Cristóbal Colón.
No niego que el caso de Enriquillo tiene un gran interés y que su figura merece ser estudiada más en profundidad. Pero también sería recomendable que se abordase con criterios históricos y que no se trate de adaptar al personaje a los intereses de unos o de otros.
El gran problema es que las leyendas son contagiosas y se difunden como la pólvora en este mundo actual de las autopistas de la desinformación. Ya ha dicho uno de los alcaldes de Santo Domingo que el nombre del Faro a Colón debe cambiarse por el del Faro de las Américas, pues no es de recibo que lleve el nombre de un «genocida». En fin, no sé qué está pasando porque en Santo Domingo nunca han existido complejos de este tipo. Pero quien siembra tormentas recoge tempestades y el desatino anti todo lo hispánico que se padece en México amenaza con extenderse a toda Hispanoamérica.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
Rafael Ángel dice
Saludos, señor Mira. Sigo con el máximo interés cualquier publicación suya relativa a la conquista y colonización de América; más que nada por su seriedad y espíritu científico a la hora de estudiar y divulgar la historia.
Sin embargo, hoy sabemos merced a rigurosos trabajos multidisciplinares, especialmente genéticos y antropológicos, que no tuvo lugar en las Antillas, particularmente en el territorio hoy conocido por albergar sendas naciones como República Dominicana y Haití, la extinción de la población prehispánica, ni biológica ni culturalmente. Y si usted está interesado en conocer las fuentes en que me baso para escribir este comentario en su interesantísimo blog, con mucho gusto las compartiré con su persona.
Me despido atentamente por el momento y le dejo mi dirección electrónica: rafaelelcordobes@gmail.com.
Estanislao Alcántara Matos dice
La familia de Colón fueron no fueron criminales al Casique hay que darle su mérito y reconocerle su valor de hombre libre.todo viene por la oposición de que se casara con Mencia que fue la promesa que descansaba en sus hombros de preservar la raza pura como le recomendó Doña Ana al joven Guarocuya después Enrique.de ahí se desencadenó todos los problemas de pelear por su espacio en la Isla