
José María Blanco White, escritor sevillano de principios del siglo XIX partidario de la supresión de la esclavitud, nos dejó testimonios sobrecogedores sobre las caravanas de esclavos del interior de África a la costa, y su embarque en navíos europeos. Reproduzco aquí lo ocurrido en torno a 1810 con la joven Nilí, y que le contó su amigo Mungo Parke, un trotamundos que por circunstancias ajenas a la esclavitud, viajó en dicha caravana (he recortado un poco la narración porque era demasiado extensa):
“Cierto día, una de las esclavas se manifestó muy emperrada y no quiso beber lo que le daban. Cuando amaneció nos pusimos en camino y anduvimos toda la mañana por una maleza escabrosa, que me lastimó mucho los pies…La esclava que no había querido tomar nada por la mañana empezó a quedarse atrás y a quejarse mucho de dolores en las piernas… A eso de las once, estando descansando a orillas de un arroyuelo, algunos de nuestra gente descubrieron una colmena en el hueco de un árbol y habiéndose acercado a tomar miel nos acometió el mayor enjambre que he visto en mi vida. La pobre Nilí no tuvo fuerzas para huir y se fue arrastrando hacia el riachuelo, pensando defenderse en el agua; pero esto no le valió y las abejas la dejaron hecha un monstruo.
Los esclavistas le sacaron los aguijones que pudieron, la lavaron con agua y la refregaron con yerbas, pero la infeliz se negó obstinadamente a seguir adelante, protestando que quería más bien la muerte que andar un paso más. No valiendo ruegos ni amenazas, se recurrió al látigo; sufrió algunos crujidos con paciencia y luego se esforzó en andar… A este tiempo quiso huirse de la caravana, pero estaba tan débil que dio consigo en tierra; se recurrió de nuevo al látigo pero sin efecto. Los esclavistas no querían perderla porque ya estaba casi concluida la jornada del día; y así hicieron una especie de andas de cañas de bambú a que la ataron con tiras de corteza…

Despertaron a la pobre Nilí al amanecer pero tenía todos los miembros tan pasmados y dolorosos que ni tenerse en pie podía… Viendo que era imposible seguir con ella adelante, todos los de la caravana gritaron a una: cortarle el pescuezo; operación que no quise ver y seguí adelante. No habría andado una milla, cuando uno de los esclavos domésticos de Karfa vino a mí, trayendo el vestido de la pobre Nilí en la punta de su arco, y exclamó Nilí es perdida. Preguntele si los esclavistas le habían dado el vestido por el trabajo de degollarla; y me respondió que Karfa no había consentido en ello, sino la había dejado en medio del campo, donde seguramente moriría bien pronto y sería devorada por las fieras».
El caso de Nilí, es solo un ejemplo de las miles de víctimas que la esclavitud dejó en el camino. Se estima que más del treinta por ciento de los esclavos moría antes de ser vendido en un mercado de esclavos europeo o americano.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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