En los últimos años se ha desplegado una corriente iconoclasta que amenaza con llevarse por delante la mitad de los monumentos históricos del mundo. Es cierto que no sólo están amenazadas las representaciones iconográficas de descubridores y conquistadores, sino también misioneros, literatos, líderes políticos. Empezaron hace algunos años los talibanes, quienes destruyeron aquellos famosos budas. Y le han seguido ataques lo mismo a las efigies de Cristóbal Colón que de Hernán Cortés, Abraham Lincoln, Francisco Pizarro, Largo Caballero, Miguel de Cervantes, Lenin, Winston Churchill, Indalecio Prieto, Stalin y hasta fray Junípero Serra. Ayer 12 de octubre de 2020, atentaron contra las esculturas de varios conquistadores en la ciudad de Badajoz.
Sin embargo, el almirante genovés se ha convertido en la víctima preferida de estos grupos extremistas que piden insistentemente su retirada de la vía pública o directamente las vandalizan. Y como todo en la actualidad el fenómeno está globalizado pues lo mismo ocurre en Estados Unidos que en México o en la propia Europa.
Hace pocos años, la CUP y otros grupos anticapitalistas solicitaron la retirada de la estatua al descubridor en la Ciudad Condal de Barcelona y de la que se hizo eco ampliamente la prensa. Más recientemente se ha pedido la retirada del monumento al Almirante ubicado delante de la Catedral Primada de Santo Domingo. Y finalmente el 10 de octubre de 2020 hemos conocido con estupor la retirada del monumento de la Ciudad de México, ante las amenazas de concentraciones para vandalizarla el 12 de octubre.
En estas líneas quisiera romper una lanza por un personaje, al que admiro desde que eran un joven estudiante de historia. Un personaje fascinante pero que como toda persona es esclava de su tiempo. Pertenezco a una corriente historiográfica que va mucho más allá de la narración de los hechos y se vuelca con la interpretación y hasta con el enjuiciamiento del pasado. Y es que la historia no deja de ser una visión del pasado pero desde el presente. El historiador siempre trabaja, como quería Reinhart Koselleck, con un futuro del pasado y reinterpreta éste en base a sus propias experiencias e inquietudes.
El descubrimiento y la conquista de América supusieron dos eslabones más en un largo proceso de expansión de Occidente que se inició en la Antigüedad y que culminó con el imperialismo contemporáneo. El Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón descubrió para Occidente todo un mundo que, en poco más de medio siglo, fue asolado y destruido. Su idea de llevar la palabra de Dios a los idólatras fue etnocida y su plan de rentabilizar la colonia, exportando miles de indios esclavos al Viejo Mundo fue el aspecto más oscuro de su biografía. Yo siempre digo –no lo niego- que el día que los amerindios conocieron a Colón fue un malísimo día para aquéllos. Y lo que vino después fue aún peor, la conquista, digno es reconocerlo.
Está claro que el descubrimiento y la conquista de América fue una guerra de usurpación y que, como tal, conllevó un sin fin de excesos. Ahora bien, no hay que olvidar que en los patrones éticos imperantes en su tiempo, las matanzas o las torturas eran moneda de cambio habitual. Las cosas fueron como fueron pues hasta tiempos muy recientes, la igualdad natural, las libertades individuales y los derechos humanos no existían ni en la teoría ni en la praxis. Asimismo, toda expansión imperial genera a la postre un florecimiento cultural y en el caso de la expansión hispánica el inicio imparable de un proceso de globalización que llega hasta nuestros días. Los castellanos, desde finales del siglo XV, contribuyeron de manera decisiva a construir un naciente pre-capitalismo. A mediados de la siguiente centuria los navíos peninsulares surcaban la inmensidad de los océanos: el Atlántico, el Pacífico, el Índico y hasta el Ártico, cuando acudían a pescar bacalaos a Terranova. En los orígenes del capitalismo y de la globalización están decenas de marinos, mercaderes y financieros que arriesgaron sus vidas y su peculio, ampliando las fronteras del orbe. La transculturación aceleró el ritmo vital de los acontecimientos y terminó por cambiar el mundo en tan solo varias décadas. Pronto se inició un trasiego de personas, ideas y mercancías que sentaron las bases de un mundo global. El trasiego fue bidireccional, lo mismo llegaban a las Indias europeos y africanos que retornaban a la Península Ibérica amerindios, criollos y mestizos. También las plantas y los animales europeos fueron trasvasados a las Indias y a la inversa, de manera que lo mismo plantas medicinales que alimentos como el chocolate, el maíz o la patata terminaron por conquistar el Viejo Mundo. Una transformación sin precedentes que obviamente generó algunos daños colaterales de gran envergadura; miles de personas quedaron en el camino y un mundo, el de la América Prehispánica, quedó prácticamente destruido y abocado a su desaparición.
Efectivamente, tras el hallazgo se ampliaron hasta límites insospechados los horizontes mentales. Hasta entonces el mundo se limitaba a Europa, Asia y África, tres únicos continentes que encontraban el paralelismo perfecto con la Santísima Trinidad. Los propios contemporáneos fueron conscientes de que se iniciaba una nueva etapa, una nueva era en el devenir histórico. La propia denominación de Nuevo Mundo, incitaba a la admiración y al gozo de lo desconocido porque, como decía Pedro Mártir de Anglería, siempre era agradable al espíritu humano la sed de novedad. Por su parte Gonzalo Fernández de Oviedo interpretó el Nuevo Mundo como un verdadero símbolo de la ambición intelectual de la época por conocer, por desentrañar un sinnúmero de cosas que habían sido desconocidas hasta por sus admirados sabios clásicos.
Mi oposición a la retirada de los vestigios del pasado es contundente. La idea de fondo que subyace en esta corriente iconoclasta parte del gran Walter Benjamin para quien todo vestigio del pasado es una muestra de la barbarie. Toda obra de arte –decía- se debe no solo al esfuerzo de los grandes genios que lo crearon sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. (Benjamin, Tesis sobre la Historia, 2008, 92-93). Y aunque pueda tener parte de razón él jamás habló de destruirlas, es más, no creo que esa idea se le pasase ni tan siquiera por la cabeza. Los documentos y monumentos del pasado son vestigios de otro tiempo y están ahí para recordar lo que fuimos. Estoy en contra de retirar estatuas y monumentos a todo aquel que no se ajuste al parámetro actual de demócrata, pacifista o de defensor de los derechos humanos. La estatua de Cristóbal Colón de la Ciudad de México no solo encarna a un personaje de singularidad histórica sino que evidencia el sentir de las personas que en su día se la dedicaron que –dicho sea de paso- fueron mexicanos.
Si retiramos esta efigie, ¿Por qué no demoler la Puerta de Alcalá que la construyó el déspota Carlos III? ¿Por qué no arrinconar las estatuas de los Reyes Católicos de todas las ciudades de España? ¿Por qué no esconder las Meninas del insigne Diego Velázquez que representa a la familia del monarca absoluto Felipe IV? ¿Por qué no derribar la pirámide de Teotihuacán construida con el sudor y el sufrimiento de miles de persona? ¿Por qué no demoler el Taj Mahal, erigido en la India por el invasor mongol Shah Jahan? ¿Por qué no desmantelar el monumento funerario del sanguinario general Napoleón Bonaparte? Y qué decir de los monumentos a Julio César o a Augusto… Así podríamos seguir indefinidamente arrasando con el patrimonio material de la humanidad.
Realmente, los hilos de la historia los mueven los medios de producción de cada época y no las personas, pues éstas actúan de la manera que su tiempo les impone. Dejemos a Cristóbal Colón donde está, así guardaremos la memoria histórica, feliz para unos y amarga para otros.
https://quiendescubrio.es/quien-descubrio-america/ dice
Sobre el descubrimiento de América hay mucha literatura tanto a favor como en contra de la versión oficial, pero realmente debemos de hacernos la pregunta del millón fue un descubrimiento como tal o una usurpación.
Bueno me gusta informarme y en https://quiendescubrio.es/quien-descubrio-america/ he encontrado mucha información sobre el tema.