UNA INTERPRETACIÓN GLOBAL DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
El libro del historiador israelí Yuval Noah Harari publicado en 2015 y reeditado decena de veces, se ha convertido en el ensayo más vendido de nuestros días. Y la verdad es que es un gran libro porque en poco menos de 500 páginas condensa el pasado, presente y futuro de toda la humanidad. Hay tres aspectos que la con vierten en un volumen imprescindible:
Primero, que no solo describe los principales hitos de la evolución humana sino que los interpreta de manera crítica, planteando una visión alternativa a la convencional. En ese sentido supera ampliamente a otras obras previas que habían intentado el reto como la Historia del Hombre de Koenigswald, publicada originalmente en alemán en 1960 y traducida a numerosos idiomas.
Segundo, que integra, como quería la Escuela de los Annales, aportes de la historia, la antropología, la sociología, la biología y de otras ciencias humanísticas y experimentales. El resultado es una obra de un hondo calado, brillante, trepidante y creíble.
Y tercero, que pese su calado científico está redactada de manera pulcra, amena y sencilla como si de una novela histórica se tratara. Ello explica que haya tenido hasta la fecha más de quince millones de lectores en todo el mundo.
La estructura del libro es clásica, lineal, desde la prehistoria a nuestros días, agrupando el estudio en tres hitos secuenciales: la revolución cognitiva, es decir, el paso de primates a homínidos y a homo sapiens primigenios, la revolución agraria y la revoluciones científicas.
El ser humano prehistórico, afirma Harari, era un ser insignificante, incluso peor dotado físicamente para la supervivencia que los gorilas, los orangutanes y los chimpancés. Eso sí, tenía el cerebro más grande que otros animales lo que inicialmente no suponía ninguna ventaja. La revolución cognitiva comenzó cuando empezó a caminar erguido, liberando a las extremidades superiores que no tardaron en desarrollar destrezas. El control y el uso del fuego, supuso otro salto adelante que permitió ampliar el número de alimentos para comer, facilitar su digestión, además de otros usos domésticos y defensivos. La creación de mitos fue otro gran avance porque permitió agrupar a miles de sapiens en torno a ellos y aumentar su capacidad de acción. Defiende el autor que fue la mayor capacidad de agrupación del homo sapiens y su mejor adaptación al medio las que provocaron la extinción de los neandertales, quienes individualmente eran más fuertes que el sapiens.
Una de las ideas más provocadoras y discutibles de Harari es lo relativo a la revolución agrícola del Neolítico que estima que fue un gran error. La revolución neolítica trajo a su juicio una dieta menos variada, una dependencia de los recursos, un crecimiento demográfico, un mayor daño ecológico, un aumento de la jornada laboral y el inicio de las grandes divisiones sociales. Según el autor, la domesticación de plantas y animales fue una catástrofe terrible (p. 116), pero cuando se quisieron dar cuenta era demasiado tarde y no pudieron dar marcha atrás. Sin embargo, a mi juicio ignora el excelente trabajo de Nathan Cohen, La crisis alimentaria en la Prehistoria, en la que demostró que el salto fue obligado y necesario para alimentar a la población que había crecido mucho en el Paleolítico Superior. No creo que fuese una revolución errónea sino necesaria.
Tras la revolución agrícola llegó la escritura inventada por los sumerios para controlar tributarios y para saber exactamente quiénes habían pagado los tributos y cuántos lo debían. Asimismo, la historia fue dominada por el patriarcado, siendo los matriarcados puramente excepcionales, según el historiador israelí por ser más fuertes y violentos físicamente y por la rémora que suponía para la mujer el embarazo (pp. 175-180).
Luego llegaron los imperios, y con ellos las guerras de exterminio, la esclavitud y la deportación. Asimismo, se expandieron las religiones monoteístas frente al politeísmo que según el autor eran religiones más tolerantes y liberales. El imperialismo implicaba siempre una barbarie originaria sobre la que siempre se asentaba luego el progreso. Dice Harari que repudiar todos los imperios y su herencia es rechazar una buena parte de nuestra historia en los últimos 2.000 años (pp. 217-218).
Y finalmente todo acabó con la revolución científica contemporánea y el imperio global. Aunque en la actualidad sigue habiendo más de dos centenares de estados en el mundo, todos dependen unos de otros, en una economía y una sociedad multiétnica global (p. 231). Se mantienen residualmente los credos y también el comunismo que provocadoramente el autor incluye entre las religiones. El nazismo luchaba por reimplantar la evolución darwiniana de la selección natural, haciendo desaparecer a los débiles y a los inadaptados, en pro de la pureza racial aria.
En la actualidad, tenemos grandísimos retos que no sabemos si acabarán o no con la extinción del propio Sapiens. Cita el historiador algunos aspectos esperanzadores: se ha a reducido el hambre en el mundo hasta el punto que según el autor hay más sapiens con problemas de obesidad que con déficit calórico. También se muestra optimista con la posibilidad de encontrar más energías –especialmente la solar- que sean baratas e inagotables y que sustituyan a las energías fósiles. Sin embargo, el autor insiste especialmente en la presencia de grandes nubarrones como la destrucción ecológica o la desaparición masiva de otras especies, tanto terrestres como marinas. Asimismo, cuestiona que estemos preparados para pasar de sapiens a dioses a través de nuestra capacidad para manipular el ADN de todos los seres vivos y crear entes a la carta, incluidos el propio ser humano. Ello unido a la posibilidad de crear personas biónicas e inteligencias artificiales, son a la par horizontes ilusionantes y extremadamente sombríos.
A mi juicio, estamos ante una obra de alto nivel, una visión global muy interesante que además se cuestiona verdades que se han mantenido inmutables a lo largo de varios siglos. Obviamente, cuanto más ambicioso es un libro más fácil es encontrar errores, y todos hemos detectado erratas y deficiencias interpretativas en grandes obras como las de Pierre Chaunu, Earl Hamilton, John Elliott, Hugh Thomas, Henry Kamen, etc. Contiene algunos deslices como por ejemplo cuando dice que Hernán Cortés apresó al tlatoani Moctezuma en su primer encuentro en Tenochtitlan. Asimismo, lo que más empobrece al libro es que solo usa bibliografía anglosajona, especialmente estadounidense, prescindiendo de toda la tradición historiográfica de habla española, italiana, portuguesa y francesa. Pero en general son pequeños detalles que no empequeñecen una fabulosa obra, que va mucho más allá de una simple síntesis de la historia de la humanidad, para convertirse en un riquísimo ensayo interpretativo y abierto sobre el pasado, el presente y el futuro de la humanidad.
PEDRO FELIX PASION dice
De lectura obligatoria, para tener una visión mas actualizada sobre el «desarrollo» humano a nivél global