
En general, la esperanza media de vida de los españoles en la Edad Moderna era extremadamente reducida, inferior a los 30 años. Como dijo Pierre Chaunu, en aquella época, la vejez era una alegre causalidad. Se debían conjugar todo un cúmulo de circunstancias para que una persona superase no sólo la infancia sino todas y cada una de las crisis epidémicas que periódicamente azotaban las villas y ciudades de España y de Europa.
Si ya era baja la esperanza de vida entre las personas libres, muchísimo más lo debía ser entre los esclavos, por las penosas condiciones de vida a las que se debían enfrentar. Sin embargo, analizando partidas de defunción de la parroquia de San Pedro de Aceuchal encontramos un caso que nos llamó la atención y que reproducimos íntegramente a continuación:
En la villa del Aceuchal, en el día veintiséis de junio año del Señor del mil setecientos cuarenta y siete falleció María Polonia, de edad de ciento y veinte y dos años, esclava de don Álvaro Murillo Arguijo, vecina y parroquiana de ésta del señor San Pedro de esta villa. Confesó con don Bartolomé Sánchez Cordobés, párroco confesor, aprobado el día catorce de dicho mes y también le administró el sagrado viático y el día veinticinco le administró la santa Extremaunción. Y don Alonso Murillo referido, se obligó a un entierro ordinario, a un responso cantado y diez misas rezadas de colecturía en el día precitado, mes y año. Firmo, Diego Sánchez Romero. (Libro de defunción de la parroquia de San Pedro de Aceuchal Nº 6, fol. 9v).
Conviene hacer un par de precisiones al documento: primero, el párroco de Aceuchal no solía consignar la edad, salvo que se tratase de un niño de muy corta edad o, como en este caso, que la longevidad fuese muy llamativa. Los presbíteros, además de los datos comunes del finado, solían señalar aquellos aspectos que les parecían poco comunes o extraordinarios. Aunque, dado que no era obligatorio, la mayor o menor minuciosidad dependía de la curiosidad o dedicación del párroco. Y segundo, como puede observarse, se trata de un documento oficial, es decir una partida de defunción. Por tanto, posee toda la fiabilidad que se le puede otorgar a una fuente primaria. Sin embargo, la edad no deja de ser una anotación marginal, un dato curioso que apostilló el sacerdote. Solo se podría asegurar la certeza del dato si encontrásemos la partida de bautismo que de momento hemos buscado infructuosamente. Es posible que su propietario, Álvaro Murillo, la hubiese adquirido ya adulta en otra localidad por lo que no resulta fácil localizarla.
Sin embargo, a falta de la confirmación de la edad ésta nos resulta muy llamativa. Aunque el párroco se la asignara a ojo, es seguro que en el momento de su óbito era una mujer extremadamente longeva. Los casos documentados en el mundo de esta alta longevidad son muy pocos. Salvando el caso mitológico de Matusalén, que falleció con 969 años (Génesis 5:27), se conocen muy pocos casos de edad similar a esta esclava de Aceuchal. A principios del siglo XV vivió en Trujillo un noble llamado Alvar Alonso de Hinojosa, ascendiente del conquistador Francisco Pizarro, del que se dice que vivió 118 años sin perder diente ni muela (Muñoz de San Pedro, 1970).
Conocemos otro ejemplo, el de Jeanne Calmet (1875-1997) que vivió 122 años y 164 días (http://wikipedia.org). Pero como puede observarse, se trata de una persona que vivió casi toda su vida en el siglo XX, cuando la esperanza de vida era bastante más alta que en la Edad Moderna. El caso de María Polonia es mucho más llamativo porque se dio en una época donde la esperanza media de vida era menos de la mitad que la actual. Además, se trataba de una persona esclava que no debió llevar una vida fácil. Pese a todo, se mantuvo lúcida hasta el final de sus días, de ahí que confesara el día antes de su óbito. Casi todos los demás casos que se conocen en el mundo, que no son muchos, las edades de los finados no superaron los 120 años.
Podemos concluir, que esta esclava de Aceuchal es uno de los casos de mayor longevidad localizados hasta la fecha en España y quizás en el mundo. Es cierto, que mientras no aparezca la partida de bautismo no se puede dar por segura esa edad, pero no lo es menos que la partida de defunción le otorga una mayor fiabilidad que otros casos conocidos hasta el día de hoy. Pese a la actual crisis del covid-19 es posible que en las próximas décadas la esperanza de vida aumente considerablemente, lo que hará que en un futuro haya más personas que igualen o superen esa edad.
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